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Entrevista a Vicente Martín Crespo, autor de «Behetría y miedo»

¡Bienvenido, Vicente! Gracias por atendernos para hablar de tu nueva novela Behetría y miedo. Esta obra publicada por la editorial Tregolam narra las vidas de dos hombres de nombres muy parecidos: Olegario Solana Orosco y Olegario Solano Orozco. Cuando el COVID-19 llega a España, se producirá un error en el hospital Gregorio Marañón en pleno auge de la pandemia que afectará profundamente a sus familias.

 

Nos hemos emocionado mucho con esta novela. ¿Qué te impulsó a escribir sobre lo que aconteció en el año 2020?

En primer lugar, la tremenda confusión que hubo en los hospitales en los primeros meses por la enorme cantidad de infectados, destacando especialmente a los ancianos de residencias. En segundo lugar, la excepcional abnegación del personal sanitario que tuvo que atender a los enfermos sin contar con los medios mínimos de protección durante largas y estresantes jornadas.

 

Nos ha gustado mucho el recorrido de la vida y problemas de estos dos hombres. ¿Por qué decidiste mostrarles esto a los lectores y no centrarte desde el inicio en el conflicto principal?

Me pareció necesario relatar la vida de varias familias y en especial las de los dos protagonistas para conducir poco a poco al lector hasta el punto convergente. Son personas dispares que proceden de entornos diferentes, tienen perfiles culturales muy distintos y en la etapa final de su vida se alojan en residencias que nada tienen que ver. Pero, por los azares del destino, cuando llega el COVID-19, los dos confluyen en el mismo lugar.

Si nos paramos a pensar un momento en cómo se encontraban los hospitales en las primeras semanas de la pandemia, se puede entender que un error tan simple, que en circunstancias normales se habría subsanado casi de inmediato y sin ninguna trascendencia, ocurriese de esta manera en marzo de 2020.

 

La pandemia afectó sobre todo a las personas mayores. Las imágenes de los ancianos en las residencias, lejos de sus seres queridos, fue demoledora. ¿Por qué crees que es tan importante reflejar la soledad de muchos de ellos en estos centros, epicentros en muchos casos del coronavirus?

Las noticias que recibíamos a diario eran terribles, y cada día que pasaba eran peores. Desconocíamos hasta donde podía llegar la cantidad de infectados y la gravedad de su estado. Ni siquiera se sabía con certeza la forma en que se propagaba el virus. Los mayores que residían en residencias fueron los más afectados y en todos los telediarios se hablaba de ellos. Hubo residencias con decenas de fallecidos, y en muchos casos murieron en soledad y sin tener a sus seres queridos al lado. Además, sus familias ni siquiera disponían de información de lo que sucedía. En la novela trato de reflejar todo esto a través de los dos protagonistas y sus allegados.

Detengámonos a pensar un poco sobre aquellos momentos y nos daremos cuenta de que esta sociedad tan opulenta y poderosa en muchos aspectos fue puesta de rodillas por un microorganismo al que todavía no se ha derrotado. Espero que con lo sucedido hayamos aprendido lo suficiente para evitar que otra pandemia en el futuro vuelva a causar tantas pérdidas humanas.

 

Hemos sido testigo de algunos casos reales similares al de la novela. ¿Qué opinas de la gestión realizada durante la pandemia? ¿Cómo se puede mejorar la sanidad pública para que no se produzcan más presiones hospitalarias? ¿Qué le dirías a las familias que han pasado por la misma situación que la de tus personajes?

Lo primero que me viene a la memoria son las imágenes de los sanitarios tratando de protegerse con bolsas de basura. Fue vergonzoso que, en hospitales de vanguardia, que cuentan con un equipamiento técnico costosísimo, se hubiese reducido hasta ese extremo los productos fungibles. Es el resultado de unas medidas indiscriminadas de recortes que se aplicaron por su sencillez sin tener en cuenta las consecuencias posteriores. También hay que considerar que nadie podía prever una pandemia de esas dimensiones y pilló desprevenido a muchos equipos.

No tengo ni la capacidad ni los conocimientos para hacer recomendaciones a los gestores de hospitales. Me imagino que después de lo sucedido habrán tomado las medidas oportunas para no encontrarse en una situación parecida si tuviéramos la desgracia de que otro virus nos viniera a visitar. Aunque mucha gente piensa que ya se ha acabado, todavía no se ha vencido al COVID-19 totalmente. Cada día hay decenas de fallecidos por su causa en nuestro país. Debemos perseverar en las medidas que los especialistas nos recomiendan.

Escribí esta novela en plena pandemia, cuando la crisis era más virulenta. Conocí casos de familias que tenían a sus enfermos en el hospital y pasaron varios días sin saber cómo estaban. El confinamiento, aunque fuera preciso para reducir los contagios, incrementó el sufrimiento en muchas personas. Apenas se pudo lograr la comunicación entre el enfermo y sus allegados. Y si surgía cualquier problema, no había medio para solventarlo. Esto llevó a la desesperación a más de uno.

Después de tener el borrador terminado, pude leer en la prensa un caso que guardaba cierta semejanza con el que yo había imaginado en mi historia, lo que demostraba que mi argumento, no era muy descabellado.

 

En marzo de 2022 hará dos años desde que el COVID-19 fue declarado pandemia. ¿Qué comportamientos han cambiado en la sociedad desde entonces? ¿Crees que van a desaparecer muchos hábitos que teníamos antes de la prepandemia?

Quizás sea pronto para responder a esta pregunta, pero indudablemente habrá reglas y costumbres sociales que cambiarán. Entre otras cosas, porque el COVID-19 no parece que vaya a desaparecer totalmente. Todos los expertos manifiestan que cohabitará con nosotros. Eso hará que la sociedad y, sobre todo, los servicios sanitarios estén alertados para detectar cualquier foco. Para poder convivir con este virus, pienso que tendremos que seguir manteniendo durante bastante tiempo las medidas de protección.

 

El COVID-19 todavía sigue estando muy presente en nuestras vidas. Las nuevas variantes ponen en peligro la estabilidad de la curva de contagios. ¿Cómo piensas que se puede solucionar este problema? ¿Consideras que las vacunas son necesarias para poder dejar atrás a la enfermedad?

No sé qué responderte a esta pregunta. Las respuestas nos las dan los expertos de sanidad. Yo, al menos, me limito a tomar todas las medidas higiénicas y sanitarias que nos recomiendan y que son de dominio público.

En cuanto a las vacunas, se ha demostrado que tienen eficacia, pero no tanta como se esperaba al principio. Parece que se sigue investigando en otra generación de vacunas que sí producirán inmunidad frente al virus. Solo sé lo que se puede ver en la prensa al respecto.

 

Además del coronavirus, tu novela trata otros temas muy serios como la soledad, la crisis económica o la familia. Pero hay uno que nos ha llegado especialmente: el alzhéimer. ¿Tienes o has tenido a algún ser querido o conocido con esta enfermedad? ¿Crees que es necesario visibilizar de una manera realista cómo afecta a la persona y a sus familiares en la literatura?

No he sufrido ningún caso familiar o cercano, aunque sí otros más alejados. Y he comprobado lo que sufren el enfermo y sus allegados inmediatos. Creo que en mi novela hago ver al lector los padecimientos que sufre Faustino a consecuencia del alzhéimer, y también su esposa y su hija. El deterioro progresivo que se produce según avanza la enfermedad les afecta a todos, pero intento exponerlo con mesura. Algo parecido ocurre con el trastorno bipolar que sufre el otro de los protagonistas. Intento contar los hechos como si los relatara la propia familia, sin ahondar en detalles y sin melodramas, simplemente desde una visión real.

 

Uno de los personajes más complejos de la obra es Joaquín. Su evolución es muy distinta a la de su hermano Miguel. ¿Qué puedes contarnos sobre él? ¿Qué peso ejerce en la trama?

Antes de hablar de Joaquín, quisiera reflexionar sobre sus padres. Un matrimonio joven al que les llega su primer hijo y, por tanto, sin ninguna experiencia en cómo ejercer la paternidad. No existe una formación específica para ser padres. Aprendemos a serlo usando el sentido común con tropezones y éxitos. Así formamos a los hijos. Este sistema funciona en la mayoría de los casos. Pero cuando el niño requiere un método distinto, los padres no siempre somos capaces de llevarlo a cabo.

Puede que ahora haya mejores medios, más ayuda de psicólogos, de pedagogos, de psiquiatras, etc., pero en la época en la que nace Joaquín esas ayudas estaban al alcance de muy pocas personas. El caso es que este chico cada vez se tuerce más y los fracasos le vienen uno tras otro. Posiblemente, con una educación mejor desde el primer momento y una orientación más profesional en su adolescencia, sus fracasos hubieran sido menores.

Esos mismos padres emplean en el segundo hijo los mismos métodos que habían usado con Joaquín. Quizás tenían un poco más de experiencia, pero los resultados de Miguel fueron considerablemente mejores.

Con esto no hago más que corroborar lo que decía al inicio.

 

La trama del libro describe de una manera muy conmovedora la realidad vivida en España en marzo de 2020. ¿Piensas que los lectores empatizarán con la novela? ¿Crees que servirá de apoyo para todas esas personas que perdieron a un ser querido y no pudieron despedirse de él?

El afán de todo escritor es enganchar al lector y espero conseguirlo. En cuanto a los que pasaron por una situación así de dura, no puedo sino desearles que hayan superado aquellos terribles momentos.

 

Siempre decimos que publicar un libro es una tarea ardua. Requiere mucho esfuerzo y sacrificio por parte del autor. Sin embargo, esta no es tu primera inclusión en el mundo literario. Ya has publicado dos novelas en esta editorial: Casa Trona, ambientada en la primera mitad del siglo XX, y Aguja de calceta, ambientada en XVIII-XIX. ¿Qué diferencias has notado entre escribir Behetría y miedo y tus anteriores novelas? ¿Cuál te supuso un mayor reto, en el sentido literario?

Sin ninguna duda fue Casa Trona la que me supuso mayor esfuerzo al ser mi primer libro. Estuve trabajando en ella casi cuatro años desde que inicié los primeros capítulos hasta que conseguí verla publicada. En la segunda, Aguja de calceta, las características del personaje principal, Anselmo, constituyeron el mayor problema. Hacer verosímil su carácter odioso sin caer en el tópico fue todo un reto.

En Behetría y miedo ha sido mucho más sencillo. Es una novela más breve y la escribí bastante rápido porque disponía de material solo con estar atento a las noticias. Además, los personajes principales eran coetáneos míos. Algunas de sus vivencias las tomé de familiares y conocidos cercanos a nuestro entorno cuando nos trasladamos a vivir a Madrid.

 

Tu novela presenta un juego literario complejo muy inteligente. ¿Te atreverías a elegir un eslogan para promocionar un libro como Behetría y miedo?

Seguro que los especialistas en publicidad y marketing encontrarán la frase mejor que yo. No obstante, hay un capítulo titulado «El celador hace de mensajero» que, siendo una frase muy sencilla, entraña mucho contenido porque es fundamental para descubrir lo que sucede.

 

Estamos llegando al final de la entrevista. Antes de finalizar, nos gustaría dejarte un espacio para que compartas lo que quieras con los lectores.

Mis dos primeras obras han tenido una acogida muy positiva y han gustado a cuantos las han leído. Deseo que esta última también proporcione unos momentos agradables a mis lectores.

 

¡Muchas gracias por tus respuestas, Vicente! Invitamos a todos los lectores a leer Behetría y miedo. La nueva novela de Vicente Martín Crespo ya está disponible en librerías.

 


  • Nombre: Vicente Martín Crespo
  • Obra: Behetría y miedo
  • Género: ficción moderna y contemporánea
  • Sinopsis: Los hospitales de Madrid están al borde del colapso por la llegada masiva de personas en estado crítico, sobre todo ancianas. El personal sanitario padece gran presión y mucho estrés, porque según pasan las horas hay cada vez más ingresos.La pandemia del Covid-19 está extendiéndose por el país rápidamente igual que por el resto de países sin que exista un fármaco capaz de controlarla. En los momentos de mayor congestión en un gran hospital, se comete un error trivial con dos abuelos que han llegado casi a la vez en estado crítico. En unas circunstancias normales, el error se habría corregido rápidamente; esto no ocurre y todo se complica causando mucho sufrimiento a sus familias.
  • Biografía: Vicente Martín Crespo. Manzanares (Ciudad Real), 1944Estudió en Manzanares, Ciudad Real y en Madrid. Ha residido en la capital de España, también en Málaga y desde 2010 lo hace en el municipio de Arganda del Rey (Madrid). Su vida laboral la desarrollo en varias empresas de telecomunicaciones, jubilándose en 2009.

    Su primera obra fue Casa Trona, novela que se desarrolla en el pueblo imaginario de Algarrobares en la primera mitad del siglo XX. Cuenta las peripecias que sufrió Roque Ronquillo en su enfrentamiento al conde y terrateniente local por el suministro de agua. Se editó en 2016.

    Su segunda obra fue Aguja de calceta, que se publicó en octubre de 2020. Su trama se desenvuelve en los siglos XVIII y XIX sobre los conflictos que un orfebre lisboeta tiene en su negocio y con la educación de su hijo. Don Joao en su desesperación buscando una solución la conducta de su vástago, emigra a España y traslada su negocio hasta Algarrobares, pero no consigue su propósito.

  • Redes sociales del autor: Facebook, Instagram, Twitter, LinkedIn

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Disponible en: Amazon, Libros.cc, Fnac, Librería La Pecera, Agapea

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