¡Bienvenido, Mateo! Muchas gracias por atendernos para hablar de la publicación de tu novela, Tagherot (editorial Tregolam), una obra ambientada en La Habana, donde Violeta, una joven vivaz y hermosa que vive temporalmente allí, nos narra sus vivencias mientras paralelamente recibe unos relatos del mundo antiguo escritos por Emiliano, un amigo íntimo de sus padres. ¿De dónde surgió la idea para escribir esta historia?
De un sueño. En realidad, no sé cómo se me ocurrió. Yo creo en las Musas, y las Musas vienen cuando uno está preparado. Quería contar cosas que vi en La Habana, no sin dejar de mencionar sucesos importantes para mí. Y también epopeyas de un pasado remoto.
Como comentábamos, la novela se ambienta principalmente en La Habana, ya que Violeta, la protagonista, va a vivir allí de manera temporal, y se hace una descripción muy objetiva de la cultura, las costumbres y la gente de Cuba. De hecho, es tan realista que el lector casi puede sentir que está allí también. Sabemos que, como Violeta, tú estuviste viviendo allí también durante un tiempo. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Fue este hecho el detonante de que decidieras ambientar la obra en este lugar? ¿Qué es lo que más te gusta de su cultura y lo que menos?
La experiencia fue compleja y muy estimulante, una vida nueva, diferente. Tagherot se desarrolla en su mayor parte en Cuba y está basada en hechos reales, pero sin mayor dramatismo. Creo que debe escribirse de lo que uno ve y de lo que siente, o de lo que ocurre a su alrededor; claro que la literatura miente, pero esa mentira es la esencia del relato. Los cinco años que viví en La Habana podrían ser los más felices de mi vida, eso es importante.
La historia está narrada desde dos puntos de vista. Por un lado, tenemos las narraciones de Violeta y de su vida en La Habana; por otra, los relatos que le escribe Emiliano, en los que narra historias y curiosidades del mundo antiguo. Esto hace que la narración sea muy ágil y original. ¿Por qué decidiste utilizar este recurso?
No me gusta desvelar mi manera de ordenar la novela; por la mañana, en la Casa de las Américas, en la biblioteca, escribía los textos de Emiliano, ya que el ambiente es el adecuado, y en casa, o tomando café, o sentado en un banco de un parque, por ejemplo, en el Víctor Hugo, las aventuras de Violeta. Pero todo salía del corazón de Pacheco, o sea, del autor.
En relación con la pregunta anterior, la narración de Violeta en la que nos cuenta cómo es su día a día en La Habana es tan cercana que consigue envolver al lector e introducirle de lleno en sus vivencias. Podríamos decir que es casi como si estuviésemos leyendo su diario. ¿Por qué decidiste expresar su historia de esta manera?
Es un reto, una apuesta personal. Yo no soy una chica joven, inteligente y guapa. Quería saber si podía expresarme como si lo fuese. Algunas personas me dicen que eso está bien resuelto, papi, por lo que me siento muy orgulloso. Le tengo mucho cariño a Violeta, es un personaje real.
Asimismo, en los relatos de Emiliano encontramos muchas curiosidades de la historia antigua de distintos lugares, siempre con un tono erudito e irónico. ¿Por qué decidiste centrarte en la antigüedad y no a hechos de la actualidad? Además, escribir estas narraciones debió suponer un gran trabajo de documentación. ¿Qué fue lo más difícil de este proceso?
Aunque parezca lo contrario, apenas si sabemos del mundo antiguo, que para la mayoría de las personas es lo que sucedió antes de que ellos nacieran. Hace mucho tiempo que el ser humano vive, ríe, come y sufre casi en los mismos lugares donde estamos ahora mismo. La vida de una persona es muy corta, pero la historia de la humanidad es apabullante. Así que busquemos en las enciclopedias antiguas, en los libros amarillentos, escondidos, medio deshechos: están llenos de historias apasionantes. No es difícil, al contrario, produce un gran placer.
En La Habana, Violeta conoce a muchas personas con las que crea un vínculo especial y diferente, como Patricia, Tom, Máximo, Yenlis… Todos ellos son personajes muy diferentes entre sí. ¿Por qué decidiste añadir esta diversidad a tu novela? ¿Crees que los lectores pueden sentirse identificados con algunos de ellos?
La gente que está de paso se vincula mucho con las personas con las que coincide. Eso me dicen, y es verdad. Los personajes van y vienen, al final de la página o a la mitad, se marchan a su casa, no hay que dudar que tienen vida propia. Espero que todo el mundo se sienta identificado, y, si no es así, que imaginen qué otra persona sería ellos mismos en la novela. Yo me siento como un niño pequeño, inocente y curioso.
A lo largo del libro, se mencionan otras obras muy distintas. Entre ellas encontramos desde Madame Bovary o Anna Karerina hasta El gran libro de la cirugía o Astrología judicaria de nativitatibus. ¿Por qué decidiste utilizar esta intertextualidad en tu novela? Además de libros, también se hacen múltiples referencias a películas e incluso obras de arte. ¿Te serviste de inspiración en alguno de ellos a la hora de enfocar la trama?
No sé qué decir. Es importante no olvidar a los clásicos. Los grandes escritores merecen nuestro reconocimiento, y sus personajes y sus historias forman parte de nuestras emociones. Después de todo, se tomaron la molestia de decir lo que pensaban de una u otra forma.
Al final del libro, Violeta tiene que decidir si viajar a Lisboa para cubrir el puesto de trabajo que le han ofrecido o quedarse en La Habana. No queremos destripar el final, pero el lector puede sentir perfectamente el conflicto que tiene la protagonista, ya que se crea la atmósfera de nostalgia que se siente cuando dejas atrás un lugar que has aprendido a sentir como un hogar. ¿Esta situación es una extrapolación de tu experiencia personal?
A veces uno no sabe qué decisión tomar, porque la cuestión es: ¿qué haré yo en Lisboa solo? ¿Pero y si allí soy más feliz? Desde luego, la nostalgia empieza a sentirse antes de dejar Cuba. Algunas personas lo llevan muy mal. En este caso, el libro tiene una frase muy triste, cuando Máximo dice «mas nunca volveríamos a vernos, adiós, Violeta, mi amor».
Podríamos decir que en tu obra se intentan explicar ciertas claves del universo y de las emociones humanas para las que no se tienen una respuesta clara. ¿Qué crees que es lo más importante para el ser humano y cómo se refleja en tu novela?
Es cierto. Tan sólo se intentan explicar estas claves, pero las respuestas son inabarcables, inconmensurables, lo que crea el estupor, la falta de un relato coherente. Tal vez las emociones humanas están más a nuestro alcance, pueden ser comprendidas o, al menos, compartidas.
Lo importante es lo que nos conmueve del otro; después de todo, es otra persona. No sé si esto se refleja en el libro, pero intentarlo es un mérito.
La familia, el hogar o la búsqueda de felicidad y el amor son algunos de los elementos que se muestran en tu novela, todos ellos mediante dos mundos, uno actual y otro pasado, pero ambos con una viveza que los acercan a la actualidad. ¿Te atreverías a definir tu novela en una frase?
Eso no estaría mal. Tagherot querría ser el collado, el paso, el desfiladero por el que se acceda (o se pueda acceder) al Valle de las Maravillas, de lo oculto y lo recóndito. La escalera de la Gloria.
Además de Tagherot, también eres autor de un libro de viajes y ensayo, El sueño del Malecón, y de otro de relatos cortos, Miramar, que se va a publicar próximamente. ¿Qué diferencias has encontrado a la hora de escribir? ¿Con cuál de ellas te sientes más cómodo? ¿No podrías adelantar algo de Miramar?
El relato me gusta mucho; si es muy corto y aporta grandes sensaciones, o pequeñas, es genial. El ensayo y el libro de viajes te permiten hacer más reflexiones; son libros más sosegados, de camino largo y fin lejano. En Miramar hay muchos relatos, de Cuba y de otros lugares, de individuos que son nuestros hermanos, nuestras sombras. Me gustaría publicarlo cuanto antes.
Antes de despedirnos, Mateo, te dejamos un espacio para que le comentes lo que quieras a los lectores y que nosotros no te hayamos preguntado.
No me han preguntado dónde vivía yo en La Habana y qué se veía desde mi casa. Bien, yo no vivía como Violeta en 21, en el Vedado, sino en 11 con Jota, y desde la terraza se veía el Malecón, que, en su muro, entre el salitre y la marea del Atlántico, tiene pintados unos números, que van aumentando de este a oeste. La calle Jota acaba en el mar, y allí, en una esquina desolada, donde siempre hace viento, está escrito el número 376.
Compren el libro.
¡Muchas gracias por la entrevista, Mateo! Te deseamos muchísimo éxito con tu novela, Tagherot, ya disponible en las librerías online.
Compartir esta información
Tregolam
Empresa de Servicios Editoriales. Agregador de #Concursos Literarios y Becas, #ServiciosEditoriales, #Noticias, #Entrevistas, #Literatura