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Entrevista a Carlos García Vaquero, autor de «Inquilino ancestral»

¡Hola, Carlos! Es un placer tenerte con nosotros en Tregolam. Nos hace mucha ilusión hablar contigo sobre tu obra Inquilino ancestral (Ediciones Ruser). En este libro se narran tres historias de eras distintas (años 30 540 a. C.,155 a. C y 2009 d. C.) conectadas por un mismo lugar: una cueva cerca del río Huebra.

Sin duda, esta lectura es todo un cúmulo de emociones. ¿Cómo se te ocurrió la idea para escribir un libro como este?

Hola. Encantado de estar con vosotros, y gracias por la oportunidad que me ofrecéis de dar a conocer mí última novela, Inquilino ancestral.

Mientras escribo el último libro pienso sobre el tema del próximo. La idea de Inquilino ancestral la pensé escribiendo mi cuarta novela, Lacra. Me costó dar con ella, con una idea que me agradara. Me gusta escribir sobre temas relacionados con el misterio de la vida (biología, geología, astronomía, antropología, etc.).

 

Has escrito historias de diferentes siglos. En todo momento, uno es capaz de sentir que está allí junto a los personajes. ¿De dónde viene este gusto por la historia? ¿Te resultó arduo el proceso de documentación para la escritura de la novela?

Siempre he sido muy curioso. Con los años comencé a interesarme por la historia. Primero por la cercana; luego por la antigua; después por la prehistoria, y de ahí, retrocediendo, pasando por la evolución humana, la formación de la tierra, la de las galaxias, y tal, hasta el Bing Bang y más allá. Digamos que lo quiero saber todo, soy un cotilla.

Disponiendo de tiempo, documentarse hoy en día con internet es facilísimo. Eso sí, hay que ser muy riguroso. Yo contrasto toda información que consigo para saber cuál es la más creíble. Me decanté por la historia de los neandertales porque es una especie que me apasiona desde que leí El clan del oso cavernario, de la escritora Jean M. Auel.

 

Las historias se sitúan en la prehistoria, la Edad Antigua y la Edad Contemporánea. A pesar de su lejanía temporal, todas ellas están conectadas. ¿Cuál te resultó más difícil de escribir? ¿Cuál es tu favorita?

La verdad es que difícil no me ha resultado ninguna. Tengo facilidad para ponerme a escribir y no estancarme, aunque antes de comenzar no tenga muy claro por dónde tirar y una manía: escribir mínimo novecientas palabras y un máximo de dos horas de tiempo cada vez que pongo a ello, nunca más de dos horas al día.

La historia que más me gusta… No sabría decir cuál de las dos primeras, si la de los neandertales o la de los vetones (pueblo celta del oeste peninsular). Tengo el corazón dividido.

 

Las tres historias se sitúan cerca del río Huebra. ¿Por qué decidió situar la trama entorno a este lugar? ¿Tiene algún significado especial para ti como salmantino?

Porque el río Huebra pasa junto al castro vetón de Yecla de Yeltes, donde está ambientada la segunda historia de mi novela. Y, además, también es el río de mi pueblo, El Cubo de Don Sancho.

 

En la obra aparecen personajes de diferentes épocas, sexos, edades y educaciones. ¿Cómo ha sido ponerse en su piel? ¿Fue complicado adecuar el registro léxico para cada uno de ellos?

Yo diría que no. Si hay algo que me caracteriza como escritor es la imaginación, ando muy sobrado de ella. Ha sido divertido, es como vivir en un año, tiempo que tardé en escribir la novela, en tres épocas distintas.

 

En relación con la pregunta anterior, en todas las historias aparecen familias. Cada una de ellas se guía por sus condiciones sociales. ¿Cómo crees que han evolucionado las relaciones personales en este ámbito? ¿Qué se puede aprender de la manera de convivir de los personajes?

Yo creo que la evolución de la convivencia en familia no ha variado. Los hijos son los más importantes, luego los padres. Aquí es donde sí hay diferencias. De lo poco que se sabe de la convivencia de los neandertales entre hombres y mujeres, se supone que, al ser tan primitivos, el comportamiento era similar al de los simios. El hombre dominante y la mujer sumisa. Los celtas, a los que los romanos llamaban salvajes, eran una sociedad matriarcal, donde la mujer tenía un papel bastante relevante en la toma de decisiones. También combatían en las guerras y el estatus social era igual, y en algunos casos superior, al del hombre. Todo lo contrario de los civilizados romanos, de cultura patriarcal. Aunque se ha avanzado mucho, aún nos queda bastante para igualar la convivencia de hoy en día a la de los pueblos celtiberos.

Más que de la forma de convivir, podemos aprender mucho de los personajes de las dos primeras historias, la de los neandertales y la de los vetones (pueblo celta), de su forma de vida y de su respeto tanto a la naturaleza, a nuestra Madre Tierra, como a sus mayores.

 

Al final se descubre la naturaleza de ese inquilino ancestral que da nombre a la obra. ¿Crees que los lectores se sorprenderán cuando se desvele?

Yo creo que el noventa por ciento se sorprenderá.

 

Uno de los personajes, Viriato, está inspirado en un caudillo celta que aparece en las crónicas de los historiadores romanos. Este mantuvo a las legiones romanas alejadas del oeste peninsular ibérico durante unos diez años. En su historia, aparecen el castro de Yecla de Yeltes (término municipal de Yecla de Yeltes, Salamanca), el castro de Mesa de Miranda (término municipal de Chamartín, Ávila), el castro de las Merchanas (término municipal de Lumbrales, Salamanca) y el castro de Do Jamerlo (este de la provincia portuguesa de Guarda). ¿Has visitado estos lugares alguna vez? ¿Te gustaría que se hiciera un recorrido por los escenarios de tu novela?

He visitado el de Yecla y el de las Merchanas. Al de Yecla he ido en numerosas ocasiones al estar cercano a mi pueblo, El Cubo de Don Sancho. Su muralla está muy bien conservada, data del año 2400 a.C. Es de fácil acceso, ya que está cerca de la carretera. El acceso al de las Merchanas es dificultoso, pues hay que caminar bastante entre riscos y terreno escarpado para llegar a él.

Sí, no sería mala idea hacer un recorrido. El de Yecla, el de las Merchanas y el Do Jamerlo están relativamente cerca unos de otros. En un día se podría hacer. El de Mesa de Miranda está bastante más alejado, a unos cien kilómetros del de Yecla.

 

Comenzaste a escribir para evadirte de los problemas de comunicación que te causaba la dislexia. ¿Cómo lograste dejar que no fuera un impedimento para escribir? ¿Qué le dirías a las personas con dislexia que quieren escribir, pero no se sienten cómodas por esto?

Aquí me voy a extender porque el tema de la dislexia lo requiere. El caso es que escribir fue la única forma que encontré para sacar todo lo que llevaba dentro, ya que, al trabarme bastante al hablar y costarme una eternidad explicar lo que tengo en mente hablando (síntomas de la dislexia también), al final la gente no me escuchaba, algo normal. Esto lo descubrí, lo de la escritura, ya un poco tarde, a los 27 años.

Por entonces (durante mi niñez, nací en 1970) esta discapacidad no era conocida. Los disléxicos éramos unos torpes, analfabetos, o vulgarmente conocidos como «burros». Hoy en día se diagnostica a temprana edad en los colegios y a los niños se les conceden profesores de apoyo, logopedas, etc., para tratarla. Yo descubrí hace unos cuatros años el significado de la palabra dislexia. La verdad es que, aunque he aprendido a convivir con ello, ponerle nombre a eso que lleva toda la vida dificultándote algunas tareas, eso que piensas que es debido a tu torpeza… (yo me trabo al hablar, cambio el orden de las palabras, quiero decir una palabra y digo otra, me como letras, etc.).  Saber que ya no eres un «burro», sino algo que suena tan bien como disléxico, te sube la autoestima por las nubes.

Actualmente, con la tecnología que tenemos, ser disléxico no es ningún impedimento para convertirte en escritor. Lo más importante para ser escritor es tener imaginación. Si la tienes, nada ni nadie te impedirá serlo. Otra cosa es darse a conocer…, vender. Hay por ahí, perdidos en el mundo literario, buenísimos escritores desconocidos, con unas excelentes obras que nada tienen que envidiar a las de los conocidos a los que les han abierto el camino gente influyente.

 

Empezaste en la literatura escribiendo poesía. ¿Por qué decidiste dar el salto a la narrativa? ¿Te sientes más cómodo con alguna de ellas en particular?

Yo en el fondo me siento poeta… Soy poeta.  Le encuentro sentido a todo, sentido y belleza. Hasta lo más horrible del mundo tiene su belleza, y viceversa. Me gusta utilizar metáforas, me guio por las metáforas para entender la vida…. Pero todo esto, la poesía, va contra mi hiperactiva imaginación. Ella necesita vivir continuamente creando historias, personajes, etc., algo que con la poesía le es imposible. Los poetas no son solo las personas que escriben poesía, también lo son los que viven y sienten todo lo que expresan los escritores poetas en sus poemas… Los también conocidos como locos, los benditos locos.

 

Publicar un libro así tiene muchísimo trabajo detrás: la planificación, la redacción y la corrección del texto, la maquetación, el diseño, la distribución… Pese a este esfuerzo, has escrito ya seis novelas: Las Cosas de la Libertad (2015), Las Cornejas del Cuarto Arriba (2017), Lasbardas (2019), Lacra (2020) e Inquilino Ancestral (editorial Ediciones Ruser, 2021). La sexta se titula Inmigrantes desplazados y saldrá a la venta en agosto de 2022. ¿Cuál ha sido la novela más especial para ti hasta el momento? ¿Nos puedes adelantar algo de tu próximo libro?

Pues no sabría cual decir, ya que todas me han enseñado algo, con todas he disfrutado… Es difícil. Dicho esto, quiero destacar las inquietantes virtudes de una de ellas, engendradas no por mí, sino por fatales casualidades. Lacra, que escribí durante 2019, trata de un virus y una conspiración, donde también salen a relucir, entre otros métodos para reducir la población mundial, un volcán, una guerra, cortes energéticos y un misterioso asteroide fantasma.

Inmigrantes Desplazados está creada para remover conciencias, hoy en día algo muy necesario. Trata de la odisea que tienen que pasar dos inmigrantes abandonados en mitad del desierto del Sáhara por las mafias de tráfico de inmigrantes. La novela narra con ironía hasta dónde es capaz de llegar el ser humano para sobrevivir. Esta, como todas las novelas que he escrito, tiene un inesperado final, porque si algo me gusta es descolocar al lector, regalar sorpresas, algo que aleja al enemigo número uno de la literatura: el aburrimiento.

 

Antes de finalizar, ¿te gustaría compartir con los lectores algún tema que no hayamos abordado?

Sí, que, siguiendo la costumbre de los cuatro últimos años, a finales del pasado enero comencé a escribir la séptima novela, ya bastante avanzada (otra de mis manías es la duración de mis obras, tienen que tener entre noventa mil y novena y cinco mil palabras). Esta me la propuso escribir un amigo y se sale de la línea de mis últimas obras, todas ellas apegadas a la naturaleza. Estoy disfrutando bastante con ella, ya que trata de la vida durante los veranos de los años ochenta en los pueblos de las zonas sin industria de nuestra España, como es la de mi pueblo. Aquellos locos veranos en que los pueblos duplicaban, y hasta triplicaban, la población. Donde los «forasteros» más jóvenes, hijos de los que emigraron a las zonas industrializadas durante los años sesenta y setenta, disfrutaban de la libertad que les negaban las grandes urbes durante el resto del año, de las que eran naturales… Aquellos veranos cargados de libertad, de amores pasajeros, de alcohol, de desfase y de muertes al volante…

 

Muchísimas gracias por tu tiempo, Carlos. Esperamos que tengas mucho éxito con esta obra. Inquilino ancestral ya se encuentra disponible en librerías formato físico y digital.

 


  • Nombre: Carlos García Vaquero
  • Obra: Inquilino ancestral
  • Género: ficción histórica
  • Sinopsis: Una familia de neandertales se ve obligada a emprender un largo viaje durante uno de los gélidos inviernos de la última era glaciar. En el viaje por el continente europeo tienen que lidiar contra todo tipo de inclemencias y peligros propios de la prehistoria, como las frías temperaturas o los temibles depredadores —entre ellos los cromañones, así como los de su especie, la neandertal—. También la batalla contra el hambre los castigó por momentos.Unos treinta mil años después, los invasores romanos revientan la hasta entonces llevadera convivencia de las tribus celtas peninsulares, entre ellas la vetona. Por aquellas fechas, en el territorio vetón del castro de Yecla de Yeltes, un niño de once años se ve obligado, años antes de lo habitual, por no defraudar a su padre, a pasar la prueba de iniciación a guerreo.

    Pasados más de dos mil años, a orillas del Huebra, a las puertas de los Arribes del Duero, un matrimonio de agricultores comienza a detectar en sus tierras la presencia de peligrosas alimañas. Esto, más la delicada salud de la esposa, les hará pasar unos malos tiempos, de final incierto.

    A estas tres historias hay que añadir algo, un lugar, un ancestro, que las conecta entre sí… Os animo a que descubráis su naturaleza sumergiéndoos en esta lectura cargada de intriga que os ofrezco.

  • Biografía: Carlos García Vaquero nació en 1970 en un pueblecito de la provincia de Salamanca, a la edad de 26 años comenzó a escribir para evadirse de los problemas de comunicación que siempre le ha creado la dislexia, diagnosticada ya de adulto. Al principio fueron poemas, con el tiempo se adentró en el mundo novelístico. A día de hoy a escrito seis novelas, y se encuentra escribiendo la séptima. Las tres primeras están editadas en formato digital, Las Cosas de la Libertad (2015), Las Cornejas del Cuarto Arriba (2017), Lasbardas (2019). Lacra (2020), Inquilino Ancestral, publicada por Ediciones Ruser (2021), se encuentran también en formato papel, así como Inmigrantes Desplazados (2022), que será publicada el próximo agosto.
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