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‘Días para morir en el paraíso’, de Jaime Molina García

Hola Jaime, un gusto volver a hablar contigo. Esta vez nos reúne tu novela, recién salida del horno, Días para morir en el paraíso ¿Qué nos puedes contar de ella?

Muchas gracias, también es un placer para mí volver a hablar con vosotros. En cuanto a la nueva novela, se trata de una trama que plantea un escenario distópico, un mundo contaminado en el que los habitantes tienen que pagar por el aire que consumen. En ese mundo donde las condiciones son adversas, hay una serie de personajes que luchan por salir de su agradable rutina y, de algún modo, tratan de rebelarse contra un sistema que los oprime. También es una historia sobre la búsqueda y la identidad. Uno de los personajes, Vidal, busca a hombre, Renian, que a su vez estaba buscando el rastro de un importante empresario, Volpi. Creo que la novela plantea ciertas reflexiones que pueden interesar bastante a los lectores y espero que agrade a los aficionados a la ciencia ficción, pues he trabajado bastante para terminarla.

 

Al igual que La Fundación 2.1 vuelves a jugar con futuros distópicos o cuanto menos con futuros, en realidad, redefinidos en el presente. Como si tomaras una de las variables que mantiene en peligro al plantear, en este caso la contaminación, y las estirarás más allá de lo esperado ¿Te sientes cómodo en este registro?

Me he sentido mucho más cómodo escribiendo esta última novela que La Fundación 2.1, y creo que se ha debido precisamente a la distancia temporal que separa la acción de ambas novelas. La Fundación 2.1 dibujaba un escenario bastante próximo a la realidad actual, aunque tuviese trazas de ciencia ficción, y eso me obligaba a publicar un libro de corte más realista, por así decirlo, en donde los límites estaban muy definidos. Pero en el caso de Días para morir en el paraíso, aunque intencionadamente no se menciona ni una sola fecha que nos sitúe en un momento concreto, está claro que la acción transcurre en un escenario futuro, lo que lleva al lector a un escenario de ciencia ficción. En este sentido, si bien inicialmente tuve algunas dudas (nunca antes había escrito obras de este género), mi experiencia al introducirme de pleno en este terreno ha sido muy gratificante, pues la sensación de libertad que he sentido como escritor ha sido total, así que puedo decir que me he sentido bastante cómodo y que he disfrutado mucho del proceso creativo.

 

Días para morir en el paraíso habla de la mercantilización del aire, nuevo objeto de consumo de un planeta irrespirable. ¿Crees que es, justamente, esa tendencia a la cosificación de todo lo que nos rodea -animales, agua, naturaleza- lo que, en realidad, pone en peligro la especie humana?

En parte sí, pero no creo que sea el único factor que pone en peligro la especie humana. Es evidente que la cosificación que mencionáis comporta un grado de deshumanización que a su vez genera una cierta mirada de indiferencia ante cosas que, por motivos obvios, son muy importantes. Pero hay más factores que influyen y que, pese a que son muy reconocibles, no parecen generar demasiada alarma: por ejemplo, el egoísmo atroz que nos hace creer que podemos usar los recursos sin importarnos lo que dejaremos a nuestros descendientes; y mucho peor aún que eso es la terrible indiferencia por la que ya nada nos conmueve. Estamos tan acostumbrados a ver noticias de muertes por desastres naturales, por ejemplo, o a contemplar paisajes desolados, bosques calcinados, especies en peligro de extinción, o ciudades que se han vuelto por momentos irrespirables, que todo eso que debería preocuparnos se ha quedado absolutamente banalizado. Y toda esa indiferencia conduce a un nihilismo preocupante: si nada tiene valor ni sentido, llegamos a un punto en el que resulta fácil aceptar que cualquier cosa que hagamos es válida, sin que nos importe si es buena o mala.

 

Más allá de esta apreciación, Días para morir en el paraíso es un thriller negro, encabezado por un policía de poca monta de nombre Vidal, que va tras las pistas del magnate del aire Volpi. ¿Qué mueve realmente a Vidal, suerte de antihéroe, a buscar la verdad?

Vidal es un funcionario que trabaja en el Ministerio de la Información y, en principio, solo busca rellenar sus horas de cualquier manera posible. Ha afrontado una separación y, desde su punto de vista, el trabajo es la única manera de rellenar su vacío existencial. En un lugar donde, además, cualquier posibilidad de relaciones sociales se circunscribe a unos pocos locales, Vidal trata de encontrar una salida a su vida monótona, aburrida e insustancial. El descubrimiento del expediente sobre Volpi supone para él una descarga de adrenalina, la posibilidad de hacer algo, de actuar, de moverse por un territorio vedado e inexplorado. Es el deseo de acción  lo que mueve inicialmente a Volpi, aunque luego se añadan otros factores que comienzan por la más pura curiosidad hasta un alcanzar deseo cada vez más consciente por conocer la verdad, aunque ese momento llega un poco más tarde, y en ese punto creo que lo que lo hace actuar es un poco el afán de rebeldía, ser capaz de enfrentarse a un sistema opresivo e injusto, aun a sabiendas de que lleva todas las de perder.

 

Sueles trabajar con escenarios extremadamente elaborados. En este caso, Antagón, la ciudad donde trascurre la escena, parece tener un protagonismo propio. Un entorno que sirve como un hito visual postmoderno con su descripción realista de un futuro en decadencia. ¿Cómo se trabaja ese aspecto con tanta verosimilitud? ¿Te documentas? ¿Es una acción deliberada, que la ciudad sea una trama en sí misma?

En la mayoría de mis novelas me he documentado bastante en aspectos que necesitaba investigar para el desarrollo de la trama, precisamente, para conseguir esa verosimilitud a la que aludís y proporcionar coherencia a la historia. En este caso, sin embargo, al tratarse de una acción futurista, no he recabado ningún tipo de información ya que, contextualmente hablando, no era posible. Sin embargo, si he tratado de ambientarme un poco buscando referencias o modelos en algunos escritores de ciencia ficción, analizando cómo construían las tramas o cómo desarrollaban ciertos aspectos de sus narraciones. Conocer a los maestros es siempre muy recomendable y gratificante, pues disfruté mucho leyéndolos. En cuanto a la última pregunta, no estoy seguro de que Antagón sea una trama por sí sola, pero sí admito que tiene un protagonismo esencial en la historia, no solo porque sea el lugar en donde viven los protagonistas y donde se desarrolla la acción, razón por la cual tuve especial cuidado en buscar la forma de definirla dentro de la novela.

 

Otro de los elementos, si me lo permites, es la construcción, al igual que en La Fundación 2.1, de futuros cotidianos (me permito esa definición). Esto es: futuros estresados por la tecnología donde seres humanos intentan realizarse con arreglo a la hostilidad del entorno (mega corporaciones, corrupción, pasividad, etc.). ¿Te preocupa realmente ese futuro o es una herramienta narrativa más?

No es una mera herramienta narrativa, creo que si he escrito sobre esta temática es porque me preocupa esa posibilidad de control total, casi dictatorial, que pueden llegar a ejercer ciertos gobiernos o ciertas corporaciones aprovechando ese uso y, de hecho, es algo que sin duda ya está sucediendo, aunque no nos demos cuenta de ello o no seamos conscientes del todo. Sin embargo, dado que mi formación y ocupación profesional es la de un informático, hay ciertos aspectos de ese futuro marcado por el desarrollo tecnológico sobre los que tengo o trato de tener una visión más optimista, y en parte confío en que todos los avances que se están produciendo reporten más factores positivos que negativos. Cualquier avance puede utilizarse con fines buenos o totalmente perversos y, desde esa perspectiva, siento cierta preocupación. Las corporaciones y los gobiernos desempeñan un papel fundamental a la hora de encaminar esa orientación y aunque es posible que a veces puedan tratar de actuar en el sentido correcto, la capacidad de reacción a menudo es muy pequeña debido a  lo rápidamente que evoluciona todo. Es fácil caer entonces en la pasividad, o dejarse corromper por intereses precisamente por lo mismo que explicaba en una pregunta anterior: por puro egoísmo y por indiferencia absoluta ante las consecuencias que puedan sobrevenir de nuestras decisiones.

 

Blade Runner, aquella película de culto, incorpora al género de ficción, sobre una trama policial como Días para morir en el paraíso, un componente novedoso: la idea de que una gran corporación, la Tyrell Corporation, tiene tanto poder que es capaz de determinar el devenir de la historia ¿Qué pasa por la cabeza de hombres como Volpi cuyo poder es insaciable? ¿Estamos obligados a sacrificarnos, como Vidal, para detenerlos a riesgo de nuestra propia existencia?

Había una novela de Tom Wolfe (Todo un hombre, si no recuerdo mal) en la que un político le explica a otra persona que lo que le atrae de su cargo no es la posibilidad de enriquecerse, como muchos piensan, ni tampoco vivir una vida llena de lujos. Lo que realmente le atraía era ser consciente de poder manejar los hilos y hacer que los demás bailasen a su son. Y en la segunda parte de la película Wall Street, cuando el joven bróker le pregunta a un magnate de las finanzas cuál es su límite de riqueza para retirarse de los negocios, este simplemente responde: “Más”. Creo que ese es el tipo de ideas que pasan por la cabeza de estos hombres.

En el caso de Volpi, sin embargo, hay algo que lo redime, aunque sea parcialmente. Si estamos obligados o no a sacrificarnos contra este tipo de actitudes es algo que depende más de nuestra propia conciencia. Yo diría que éticamente hablando, no deberíamos permanecer indiferentes y sí deberíamos rebelarnos y hacer visible nuestra disconformidad, pues la indiferencia conduce, de un modo u otro, a facilitar ese control terrible que se ha descrito, no sólo en novelas futuristas como Blade Runner, 1984 o Un mundo feliz, sino en el mundo presente y real.

 

Otro aspecto que me ha parecido novedad y que es uno más de los elementos que hacen que la novela sea atrapante, es el detalle sobre el que se cifra el trabajo de Vidal: el hecho de que sean las computadoras quien determinan el trabajo de los hombres. Me gusta esa idea. En la novela funciona como uno más de los escollos que Vidal debe sortear, pero hilando algo más fino… ¿Es, de alguna forma, una vuelta más a la alienación del hombre con la tecnología, una vuelta de tuerca: ¿ya no es una herramienta de trabajo, sino un «jefe»? ¿Compartes este análisis?

En la novela se plantea esa alienación supeditada al control, pero no se trata exactamente de que las máquinas sean los auténticos jefes de los humanos, aunque sean muy importantes en muchos aspectos a la hora de tomar decisiones, pero a día de hoy, todavía pienso en las máquinas como herramientas de trabajo, muy importantes, sin duda, pero creo que todavía no hemos alcanzado ese grado que supondría el hipotético dominio de las máquinas. Es cierto que la inteligencia artificial está avanzando mucho y que estamos asistiendo casi a diario a continuos cambios asombrosos. No hace tanto tiempo se pensaba que una máquina jamás podría ganar a un humano en juegos como el ajedrez o el go. Desde hace tiempo sabemos que esto ya no es cierto.

Recientemente leí la noticia sobre un sistema capaz de crear cuadros que imitaban el estilo de pintores famosos, como Rembrandt. Lo asombroso es que no eran meras copias sino cuadros nuevos que captaban el estilo, el color, las pinceladas de los maestros. Y también leí la noticia de otro sistema capaz de crear obras literarias. Pero, por llamativas que sean estas noticias, no estoy convencido de que los ordenadores por sí mismos sean capaces de convertirse en nuestros “jefes”. Que son determinantes en muchos sentidos, es obvio, pero sea cual sea la complejidad del sistema que haya detrás, esa complejidad habrá sido creada por humanos y cualquier sistema puede ser revertido, si se desea, por la voluntad humana.

 

A diferencia de lo que la gente suele creer, la Ciencia Ficción es, siempre lo ha sido, la literatura que cifra la conciencia de una época. ¿Si tuvieras que utilizar Días para morir en el paraíso para interpelar a la sociedad española de este tiempo, qué concepto de tu novela utilizarías?

Sí es verdad que la Ciencia Ficción tiene un trasfondo moral, al igual que el género negro que suele tener mucho de crítica social. En el caso de esta novela tal vez la llamada de atención más importante que se hace es sobre el estado del planeta, la ecología y la conservación del medio ambiente. Como con tantas otras cosas, cuando uno habla de estos conceptos, están ya tan trillados y repetidos que la gente parece que se despreocupa totalmente y caen en la indiferencia. Sin embargo, llama la atención que una autoridad como el Papa Francisco haya publicado una encíclica en la que se trata este asunto: “Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos”, afirma. Y relaciona ese maltrato con el abuso por parte de las corporaciones y los gobiernos, es decir, por el capitalismo atroz que lo consume todo, por la codicia sin fin. Todo eso está de trasfondo en la novela y es lo que me gustaría, de algún modo, transmitir.

 

Por lo demás, saliendo un poco de la trama de Días para morir en el paraíso: eres un escritor prolífico, multipremiado y multipublicado ¿El talento se entrena? ¿De dónde salen las ideas para seguir produciendo buena literatura y ganar concursos literarios?

El talento se entrena, sin lugar a dudas. Una persona puede nacer con un don, eso es cierto, pero ese don no le servirá de nada ni le aprovechará si no trabaja en él y se esfuerza continuamente. Hay una conocida frase que se atribuye a distintos genios, creadores y escritores que dice que el artista o el creador o el genio son un 10% de inspiración y un 90% de transpiración. Faulkner, que es uno de los escritores a los que se le atribuye esa frase, añadía con su habitual mordacidad: “Sólo escribo cuando estoy inspirado. Afortunadamente, estoy inspirado cada día a las nueve de la mañana”.

En cuanto a las ideas para producir literatura, además de en los propios libros, creo que basta con mirar a nuestro alrededor y hacerlo con una perspectiva de curiosidad. Se ha escrito y se puede escribir sobre cualquier tema y nuestro mundo es lo suficientemente peculiar para seguir generando la curiosidad, el asombro y el interés de muchas personas que desean plasmar esos pequeños fragmentos de mundo en una hoja en blanco. Afortunadamente.

 

¿Deseas agregar algo más?

Pues me gustaría felicitaros por vuestro trabajo en vuestro magnífico portal literario y también por esta entrevista que me habéis hecho, que me ha parecido una de las más analíticas que me han hecho nunca, además de agradeceros, no solo por esta entrevista, sino por la difusión de libros que hacéis de autores como yo.

 

Datos del autor
  • Nombre:  Jaime Molina García
  • Nacionalidad: España
  • Género: Novela / CIencia Ficción
  • Biografía: Linares (Jaén), 1969. Licenciado en Informática por la Universidad de Granada, institución donde trabaja en la actualidad, compaginando su actividad profesional con el ejercicio de la Literatura. Comenzó a escribir a los diecisiete años, y ha cultivado sobre todo el género del relato corto, siendo autor de más de cuarenta cuentos, algunos de los cuales han resultado premiados en certámenes literarios. En el género de la novela corta destacan su obra El fantasma de John Wayne, premiada en el Certamen de Novela Castillo-Puche en 2008, y El pianista acompañante, premiada en el Certamen Rei en Jaume de Narrativa en 2009.
    Es también autor de otras seis novelas, de las cuales Ambos lados del paraíso (Una casa respetable) ha sido premiada con el Premio de novela Juan Valera en 2009 y publicada por la editorial Sepha en 2013. Con su quinta novela, titulada “Lejos del cielo”, del género negro, obtuvo el Premio de novela Blasco Ibáñez Ciutat de Valencia en 2011, novela que también publicó la editorial Sepha en 2011 y que ha sido reeditada por Tau en 2015. Su sexta novela, titulada La Fundación 2.1, trata el mundo de las relaciones a través de las redes sociales y se publicó en 2014 por la editorial Éride. Días para morir en el paraíso es su séptima novela y ha sido publicada por Atlantis en 2016.
  • Blog: http://jaime-molina.com/bibliografia/

 

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Comentario

  • Roberto says:

    Muy copado el libro

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