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Reseña de «El capitán Rodrigo Martín: La venganza», de Antonio Ortega Castro

Hace apenas unos meses, hacia diciembre del año pasado, nos hallábamos en pleno debate político sobre el descubrimiento de América y los daños que se derivaron de este periodo histórico. Tal debate ha surgido siempre, de manera constante, a raíz de una cuestión moral relacionada con los comportamientos humanos, ligados al poder, al afán de riqueza y a la superioridad moral y social.

Justo en este punto de constante inflexión llegaba al mercado, la primera novela publicada de Antonio Ortega Castro: El capitán Rodrigo Martín: La venganza. Algo que, significativamente, coincidía además con el mes en el que Colón llegó al Nuevo Mundo.

La historia comienza con la partida de nuestro protagonista: con apenas veinte años, Rodrigo se ve obligado a huir de su tierra y poner rumbo a la isla de La Española. Lo hará aconsejado por su gran mentor, el padre Blas, quien lo educará en los firmes valores propios de la época: valentía, honor y dignidad.

En ese momento, aún no sabemos las razones por las que se ve en esta situación. No obstante, pronto entenderemos que el motivo de la huida del soldado es un acontecimiento personal que se nos irá desvelando al tiempo que avanzamos en la historia. Algo le ocurre a Rodrigo que lo marcará para siempre y que provocará que dirija sus pasos hacia la venganza personal.

A medida que crece, confluirán en él una sucesión de sentimientos opuestos que le conducirán a preguntarse en algún momento si aquello que desea es en realidad correcto.

A grandes rasgos, nos ha parecido la historia de un héroe que tiene las características de los grandes soldados de la épica, pero que también llora, que es humano. En la misma obra, leemos que Rodrigo es “un hombre triste, con esa clase de tristeza que corroe el alma de las personas”. Es fuerte, valiente, inteligente y hábil, pero también humilde, compasivo, sensible. El motor de todo es la venganza, pero es Rodrigo quien lleva la dirección en un relato que parece estar marcado por el destino.

Es un personaje profundo, que crece y madura a medida que la novela también lo hace. En una primera instancia se nos presenta a un joven que no quiere marcharse del lugar en el que vive. Con el tiempo, se nos hace mayor y se convierte poco a poco en un gran capitán que entiende y acepta esa marcha. Ahí es cuando, de verdad, la hace suya.

Él madura y nosotros con él; Rodrigo cambia y, como lectores, asistimos a su evolución. Y no solo él, otros personajes también lo hacen. Alrededor del protagonista, Rodrigo, giran todos los demás: Hernando, Yüsuf, Alonso de Albuquerque o, incluso, Jimena.

En la línea de los personajes, nos ha resultado especialmente llamativa la estructura de la novela que ha escogido Antonio Ortega para presentarnos esta historia. Cuando podría haber elegido narrar linealmente los hechos, que hubiera sido lo más sencillo, decide introducir un toque de personalidad (y calidad) como escritor.

Ante los ojos del lector se proyectan dos historias distintas que confluyen en una sola y se entrelazan. Por un lado, el centro es Rodrigo; por otro, su padre, Hernando. A goteo, cada capítulo es un pequeño avance: ¿qué ocurrió después? ¿Por qué? Y ahí estamos nosotros queriendo saber más. Saltos temporales entre 1493 y 1502, un breve espacio de tiempo en el que en realidad ocurren muchas cosas.

El narrador que mejor se adaptaba a este tipo de estructura está igualmente conseguido: uno omnisciente, que cuenta los acontecimientos en tercera persona, y también lo que los personajes sienten y/o padecen.

Escrita con una gran sutileza y mucho respeto, creemos que el autor pretendía ante todo entretener al lector y sumergirlo en una época que, como ha confesado, le apasiona. Lo hace sin olvidar que una historia entretenida no tiene por qué estar reñida con una composición escrita trabajada y consistente.

Esto nos lleva a otro de los puntos que más nos ha llamado la atención. Lejos de convertirse en una crónica o en un ensayo, su obra tiene toda la valía de una fascinante novela. No encontramos en ella la mirada fiel del dominico Bartolomé de las Casas, en su Historia de las Indias, por ejemplo; ni tampoco el juicio mordaz que hace Cabeza de Vaca en Naufragios sobre la cara más triste de la conquista.

Al contrario, el objetivo desde el principio es otro y lo consigue: divertirnos, hacer que desconectemos de nuestro día a día, llevarnos a otro siglo y contarnos una historia bien tramada en un marco, eso sí, convulso. La mirada más cruel de la conquista únicamente se pincela, sirve de colchón; la finalidad global es otra.

Cuando llegamos al final de la novela, nos damos cuenta de que el tiempo ha pasado rápido, de que el ritmo nos ha mantenido ahí, página a página. Algo a lo que tendríamos que sumarle un estilo sencillo y cercano que provoca que, al finalizar, demos por concluida la historia, pero queramos que continúe.

El autor ha adelantado que posiblemente haya segunda parte, así que no tenemos por más que recomendar la primera: sin duda, un gran primer trabajo literario de Antonio Ortega Castro.

 


  • Nombre: Antonio Ortega Castro
  • Género: Novela histórica
  • Bio: Diplomado en ciencias empresariales. Nació en Capileira (1961), un pequeño pueblo de la alpujarra granadina, aunque vive desde su infancia en Blanes (Girona). Casado y padre de tres hijos. Aficionado a la lectura, El capitán Rodrigo Martín: la venganza es su primera incursión en el mundo de la literatura.
  • Libro: El capitán Rodrigo Martín: la venganza.

Foto cubierta

Disponible en: Amazon, Libros.ccEl Corte Inglés, Fnac

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