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Reseña de «Lágrimas negras de Brin», de Nicholas Ávedon

Claro está que el futuro está sujeto a infinidad de conjeturas, sueños y presuposiciones. Casi podríamos llegar a afirmar que, sin ningún tipo de duda, los carteles publicitarios holográficos y los androides se encontrarán por todas partes. A lo mejor Internet habrá llegado a integrarse de pleno en nuestra psique y estemos siempre conectados… Quién sabe, ¡quizás nada de eso suceda!

La ciencia ficción ha marcado nuestra idea de ese futuro no tan lejano y resulta difícil desembarazarse de lo que inevitablemente parece que acontecerá. Sin embargo, estas nuevas realidades siempre traen con ellas la necesidad de preguntas genuinas, de esas que son capaces de arrancarnos de la dialéctica de la duda y de la incertidumbre. Nicholas Ávedon, con su nueva novela Lágrimas negras de Brin, consigue llevarnos hasta ese mundo ciberpunk con la intención de despertar así nuestra mente y abrirnos a un sinfín de posibilidades.

La publicación de este libro, que funciona a la vez como precuela y secuela de su libro 11,4 sueños luz, invita a los lectores a sumergirse en una historia donde nada es lo que parece. Y es que en eso se sustenta gran parte de la trama: la ambivalencia de la personalidad, el camino sinuoso de las experiencias humanas, las mentiras que acontecen en un mundo exageradamente conectado. “No solo en la red, un mundo tecnológicamente más complejo alberga más facetas y, por lo tanto, más mentiras. Todos los personajes de la novela ocultan cosas que se van desvelando página a página; nadie es lo que parece, en un sentido o en otro”, comenta el autor.

No obstante, por encima de todo ello existe un problema mayor: el devenir del desarrollo de la inteligencia artificial, los problemas que resultan cuando los límites entre el humano y la máquina se vuelven extremadamente difusos. Esta idea toma forma en uno de los elementos más especiales del libro: la potencialidad de una naturaleza tan enorme y poderosa como es Grimm.

¿Pero quién o qué es Grimm, el protagonista del libro? Es difícil hablar de ello sin desvelar gran parte de la historia, porque Grimm es miles de cosas a las que todavía tenemos que darles una respuesta. Tiene un nombre y una voz, pero eso en ningún momento le limita a ser un simple personaje de la novela; ante todo, se trata de la potencialidad que alberga la red y la tecnología que usamos diariamente. Grimm podría definirse como una de esas preguntas que en algún punto de inflexión pasará a hacerse la humanidad.

Lágrimas negras de Brin consigue entrelazar nuestro mundo actual con el futuro, el autor ha conseguido aproximar nuestra realidad a la ficción del siglo XXIII, que es donde se desarrolla el libro. ¿Pero cómo? Ha sido capaz de acercarse a la naturaleza humana sin ningún tipo de pudor y de analizar todas las posibles repercusiones de una existencia informatizada. “Inicialmente no era el tema principal”, comenta, “pero es inherente al ciberpunk: la relación del hombre con la máquina. En el futuro tendremos cada vez más presente esa pregunta: ¿hasta qué punto el hombre requerirá de una fusión cada vez más íntima con la tecnología? (…) En mi novela hablo de la deshumanización del hombre y de la humanización de la tecnología”.

Este es el motivo por el que ciertos aspectos del libro nos resultan tan estremecedores: en la actualidad vivimos de forma muy parecida al mundo que Ávedon describe. Por ejemplo, no somos ajenos a la ingente cantidad de tiempo que la gente dedica a sus smartphones o a sus perfiles de juegos online (¿quién no ha tenido algún amigo desenganchándose del World of Warcraft?); la insatisfacción personal y la dominación política y social de las grandes corporaciones es cada vez más evidente también. En Lágrimas negras de Brin tenemos esto mismo, además de drogas como el trank y realidades virtuales que permiten a la gente consumar sus más perversos impulsos en la red. Es la forma de dar salida última a la ansiedad de una sociedad que no ha sabido adaptarse a los grandes y rápidos avances de la tecnología y de la historia. Estos elementos son esenciales para comprender la tesis de Nicholas Ávedon, el cual afirma que “las drogas acompañan a la sociedad, junto con los impulsos y deseos, que tan importantes son para mí”.

Si todavía no habéis captado de qué va la novela, es normal. Secundamos las palabras del autor cuando dice que este libro es para lectores que buscan mucho más que una línea argumental tradicional y que contiene personajes que cuesta conocer de verdad. Todos van creciendo a lo largo de la historia, impulsados por su deseo de vivir en un mundo mejor. La interrelación del mundo digital y el real es también una pieza clave para comprender por qué todos quieren avanzar hacia una sociedad amable y sin barreras. Además, también tenemos un objetivo con el camino que lo precede: encontrar respuestas y un futuro que se sustente sobre la libertad y los sentimientos más puros, aunque no todos aquellos que los alberguen sean humanos.

Lágrimas negras de Brin es una novela que plantea cuestiones, que muestra la necesidad de huida, tanto literal como metafórica, cuando nos enfrentamos a aquellas limitaciones físicas e intelectuales que solapan las relaciones interpersonales. Ávedon tiene un estilo personal e íntimo que desemboca en una fluidez exquisita; los personajes hablan por sí mismos, les ha dado vida. Este libro puede ser la droga de aquellos enamorados del género, así que no esperéis a haceros con un ejemplar y a sumergiros en este nuevo y fascinante universo… ¿O habrá más de uno?

 


  • Nombre: Nicholas Ávedon
  • Género: novela de ciencia ficción
  • Bio: Nací en Madrid en 1975. De pequeño quería ser astronauta, y me encantaban los libros que explicaban los planetas, el cosmos y las naves espaciales. Luego los fui cambiando progresivamente por libros que intentaban explicar lo que no vemos y ni sabemos que sentimos. Sigo en ello, buscando respuestas. Me enseñaron a amar los libros de una manera diferente, pero tendrás que leerme para entender de qué te hablo.De lunes a viernes, vivo enterrado en una oficina, pero por las noches me quito y el disfraz y Ávedon (sí, con tilde) escribe lo que siente. Me gustan los finales felices y que mis personajes tengan que sufrir y desollarse por el camino. Mis universos están llenos de cielos grises, mentiras y emociones intensas. No obstante me gusta pensar que en todas mis historias hay siempre esperanza y belleza escondida entre la porquería del ser humano.Leo prácticamente de todo, siempre que haya personajes reales encerrados en las historias, me da igual el género, aunque veo distopías por todas partes. Por eso mis novelas y mis relatos tocan aspectos que incluyen el género fantástico, la novela negra o la ciencia ficción. En todos ellos hay pasiones humanas; siempre por delante de la trama, ya que considero los personajes como lo más importante de una historia.

    Si tuviera que nombrar a cinco autores que han creado imágenes imborrables en mi cabeza han sido  Süskind (El perfume), Irving (Una mujer difícil), Bukowski (Mujeres), William Gibson (Neuromante), R. Silverberg (Muero por dentro).  Otros autores con gran influencia en mi son Houllebecq, Updike, Umbral, Bolaño, y Welsh.

    A finales de 2016, tras cuatro años de trabajo, publiqué mi primera novela: “11,4sueños luz,” un thriller distópico con tintes ciberpunk. Al principios de 2017 publiqué “Histerias ficticias“, una recopilación de relatos cortos y una novelette“Vuelta a casa”, que contiene noir, ciencia ficción y fantástico, entre otros géneros. En abril de 2018 he publicado mi segunda novela, “Lágrimas negras de Brin“, una vuelta al universo de “11,4 sueños luz”, funcionando tanto como precuela como segunda parte. En preparación tengo varios proyectos más, sígueme y te iré contando.

  • Libro: Lágrimas negras de Brin

hanny naibaho 288224 unsplash

Disponible en: Amazon

 

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