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Entrevista a Ramón Fanés Gil: ‘Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos’

Buenos días, Ramón. Después de atreverte con novela y poesía, publicas Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos, tu primer libro de relatos. ¿Qué historias podremos encontrar y qué es lo has querido transmitir al lector con ellas?

Buenos días. Lo que el lector va a encontrar es concreción, variedad, brevedad y sorpresa. Este, mi primer trabajo sobre cuento corto, ha sido una continua búsqueda de ideas novedosas contadas de forma concentrada. Eso es lo que el lector va a encontrar en el libro. Pienso que los cuentos pertenecen a tres mundos: el mundo de la imaginación, el mundo de la realidad y la mezcla de los dos. En Una cacería de pavos…, están todos esos mundos en forma de treinta y un cuentos, algunos reales, otros imaginados y la mayoría correspondiendo a vivencias idealizadas o a sueños convertidos en realidad.

 

¿Cuál es el factor común a todos los relatos?

En cuanto a la temática se refiere, no lo hay, no puede haberlo. Todos los cuentos son personales e intransferibles. El único nexo es que los treinta y un cuentos han sido escritos por la misma persona y, por lo tanto, está en ellos su personalidad narrativa, responden a la forma de escribir del narrador.

 

Como decíamos, te iniciaste en la literatura a través de otros géneros. ¿Por qué has decidido dar el salto a los relatos cortos? ¿Crees que estos constituyen un buen ejercicio para desarrollarse como escritor? ¿Los recomendarías como base indispensable?

Cuando terminé la novela El duelo de Sabino, ya había escrito cinco o seis cuentos. Todos sabemos que los caminos trazados conducen a alguna parte y, si no los seguimos, no descubriremos nunca el final. Un cuento es un relato apretado y corto en el que el desarrollo es rápido y conciso. Por eso, su lectura es fácil y amena, y representa empezar algo y acabarlo en muy pocas páginas.

En el cuento, tiene que estar todo: una exposición medida, el relato en sí y una conclusión rápida y contundente a modo de inesperado final. En definitiva, es un ejercicio maravilloso para la rápida comprensión de tu interlocutor que creo recomendable como ejercicio para todos aquellos que queremos abrirnos paso en el mundo de la escritura. Y un cuento lleva al siguiente cuento.

 

¿Qué es lo que te llama la atención de escribir cuentos? ¿Cuál es la fase de creación que has disfrutado más?

Lo que más me llama la atención de los cuentos es su brevedad, tener que explicar mucho en muy poco tiempo, desechar la novela que cada cuento lleva implícita, reducir el relato a muy pocos párrafos perfectamente estudiados… No se trata de narrar, sino de contar deprisa. En los cuentos, se puede incluso recurrir a la poesía literaria, al arte de confundir las cosas para relatar con más contundencia y mejor, en menos espacio. Siempre con la idea de favorecer y estimular los sueños del receptor dándole pocas pistas, intentando que siga el camino por sí mismo apoyándose en unos pocos adjetivos. Esto sí lo disfruta el escritor, sobre todo cuando se deja llevar por la sensación de la lectura de lo que él mismo ha escrito.

 

En Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos, tiene lugar todo tipo de historias y cada una de ellas, como es lógico, demanda ciertos requisitos según su tema y complejidad. ¿Te ha resultado más costoso escribir aquellos relatos que ocupan apenas dos páginas o los más extensos? ¿Cuál es la clave para reducir una historia a sus elementos básicos y hacer que resulte tan satisfactoria como una novela misma?

Una idea puede ser un cuento y no se necesita demasiada literatura para poder plasmarla mejor. Con una idea basta y es suficiente. En lo conciso, está la esencia y también la rápida comprensión.

Los cuentos de diez o doce páginas continúan siendo cortos, pero han necesitado más elaboración. No describen una sola acción, sino que alcanzan opiniones, respuestas, giros, cambios, diferentes puntos de vista y situaciones sorpresivas. Un cuento, al igual que cualquier narración, es una sucesión de imágenes rápidas que conectan con los sentimientos, con hechos reales y hasta con la locura.

En cuanto a la diferencia sustancial entre una novela y un relato corto, desde luego es la extensión. No supone el mismo ejercicio para el espectador contemplar un cuadro que leer una novela. En el primer caso, se forma una opinión inmediata sobre si le gusta o no le gusta. Entonces, toma su decisión. Con la lectura, el camino es más dificultoso y requiere más esfuerzo: no se comprende la idea expresada en su totalidad hasta el fin del texto. El cuento representa quedarse a medio camino entre la visión de un cuadro y el fin de una novela.

 

¿Fue difícil seleccionar unos relatos y dejar otros fuera? ¿Te arrepientes de haber incluido/excluido alguno?

Esto no ocurrió así. Los cuentos, como te decía, nacieron con el final de la novela. Luego hube de continuarlos, siempre en la idea de confeccionar un libro de cuentos. Salieron uno detrás de otro en un periodo de cuatro meses y están en el orden en el que fueron concebidos. En mi próximo libro de cuentos, además de las dedicatorias, todos tendrán fecha. Generalmente, al acabar uno, ya ha nacido la idea para escribir otro. Una cosa te lleva a la otra, por lo menos, en mi caso. El libro original debía albergar treinta y seis cuentos, cinco de los cuales (los últimos precisamente) constituyen mi reserva espiritual para el próximo libro de cuentos: treinta y un cuentos más. La idea que llevo en la cabeza es la de escribir cien cuentos. Cien es un número tranquilizador.

 

Publicaste El duelo de Sabino, tu primera novela, con Círculo Rojo y ahora has elegido a  para materializar Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos. ¿Cómo es la experienia de publicar con una editorial y qué consejo darías a los escritores noveles?

Por mi profesión, no tengo tiempo para dedicarme a más cosas. Escribo libros, pinto cuadros y me dedico a los negocios. Además, tengo familia y muchas obligaciones por delante. ¡Solo me faltaría ahora tener que ocuparme de la promoción de todo lo que hago!

Un narrador, un artista es como la misma tierra: necesita dar fruto, desarrollarse, mostrar lo que lleva dentro. Esa es la primera parte del mensaje. La segunda viene dada por quienes hacen posible que exista la repercusión mediática, los editores y divulgadores. Lo digo con sinceridad: yo no he tenido tiempo para promocionarme y son los editores quienes me están ayudando con la publicación.

Como pintor, tardo un año completo en pintar veinte cuadros. En escribir una novela, lo mismo, amén de las entre cuarenta y cinco y sesenta lecturas anteriores a la publicación, y las correcciones necesarias para pulirla y terminarla (casi un año y medio más). Todo esto no es posible sin ayuda y los nuevos editores han llegado en el momento oportuno para satisfacer la necesidad de expresar de una numerosa cantera de escritores hartos de llamar a puertas que no se abren y acomodados con los escritores de siempre. Tanto Círculo Rojo como Falsaria, han representado para mí un vehículo hábil y efectivo para darme a conocer y, en definitiva, es el camino para todo aquél que desea ver su obra publicada.

 

Tu trayectoria siempre ha estado ligada a las artes, ya sea a través de la literatura o de la pintura. ¿Qué te aporta cada una de ellas? ¿Por qué decidiste ser escritor?

Yo creo que nunca decidí ser escritor o pintor. En base a esto, solo sé que he respondido con claridad y sinceridad a mi necesidad vital de expresar. Indudablemente, soy escritor desde que nací y llegué a pintor porque en un momento clave de mi vida renuncié a escribir. Fue otra vez mi necesidad vital de expresar la que dirigió mi mano hacia la pintura. En el fondo, todo es lo mismo: un creador se manifiesta por su expresión. Puede ser pintando, cantando, cambiando los muebles de sitio, escribiendo, fregando el suelo, cosiendo, esculpiendo, fotografiando, haciendo cine o documentales por encargo… La creatividad es un acto que nos hace únicos, que llena los huecos donde antes no había nada. Autor viene del latín auctor-is, el que aumenta, el que hace crecer, el que aporta.

Por último decir que la creación desgrava interiormente. Esto, que parece un consejo fiscal, es de fácil comprensión; una vez te has expresado por cualquier medio, quedas vacío y cansado hasta el siguiente brote de necesidad.

 

¿Tienes algún truco o sigues ciertas pautas a la hora de escribir?

No hay truco para expresar. Expresar es una necesidad. Sacas lo de dentro y lo enseñas, lo muestras. Es como soltar una carga de emotividad y dejarla fuera, en otro espacio. Quien primero la ve, la escucha o la lee eres tú. Ya es una auténtica recompensa saberse capaz de hacer algo así. Luego vendrá el efecto que provoca en los demás, al saber o conocer lo que has hecho. Todo gravita sobre la causa-efecto.

 

Con Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos en el mercado, ¿en qué estás trabajando actualmente?

En teatro. Es una vieja aspiración que intento vea la luz.

En 1993, me planté en Madrid en un puente de la Constitución con muchas obras de teatro bajo el brazo. Fui a ver a los mejores dramaturgos del momento, actores y directores teatrales, y también a empresarios teatrales. Nadie leyó mis obras. Al final, cuando el dinero escaseaba, logré mantener una entrevista con un empresario de un céntrico teatro madrileño. Me dijo que la obra le gustaba y que, si quería representarla, debería proveer el dinero suficiente para pagar los ensayos. Volví a Barcelona jurando no escribir nunca más y, al cabo de un mes, estaba tan enfermo que me puse a pintar para canalizar mi expresión. Creo que mis obras de teatro deben ver la luz. Es algo que no me quito de la cabeza y en lo que sueño constantemente. Necesito una compañía, un teatro y mucha publicidad. Como siempre, ya adelanto que las obras no van a defraudar.

Como segunda opción, la presentación en público de otra novela acabada. Se titula El hombre incompleto y se trata de mi primera novela repasada, revisada y a punto. Y empezar con el tomo II de relatos cortos o cuentos, seguramente, este mismo verano, compaginándolo con alguna exposición de pintura.


  • Nombre: Ramón Fanés Gil.
  • Género: relatos cortos.
  • Bio: nació en Barcelona en 1955. Su profunda inquietud le lleva a comunicar lo que dicta su mundo interior. Lo hace a través de la pintura y de la escritura: óleo, dibujo, acuarela, poesía, teatro, novela, apuntes, cuentos… Cualquier forma de expresión es válida si permite la comunicación. Partidario acérrimo de la libertad individual, piensa lo que manifiesta y manifiesta lo que piensa.
  • Novelas: El duelo de Sabino (Círculo Rojo) y El hombre incompleto.
  • Obras teatrales: Las ambiciones frustradas, El puente de Napoleón o El fiambre a palos.
  • Poemas: Poesía de emboscada: el pollo de Oklahoma.
  • Libro de relatos: Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos.

Libro: Una cacería de pavos en Massachusetts y otros cuentos cortos

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