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Entrevista a Stan Aryas, autor de «Santos y demonios»

Buenos días, Stan. Encantada de saludarte. Acabas de publicar Santos y demonios, un libro del todo inclasificable que genera, al mismo tiempo, infinidad de sentimientos y reacciones. Tú dices que “está escrito con el corazón en la mano y la carcajada en la boca”. ¿Cómo surgió esta idea? Háblanos un poco más de “los cristianos del siglo XXI”.

Los protagonistas de la novela son unos chicos idealistas que intentan seguir el ejemplo de su maestro, Jesús de Nazaret, aplicando sus enseñanzas de amor al prójimo al mundo actual. Algo que se revela no sólo difícil y contracorriente, sino peligroso.

Para el pensamiento actual, este comportamiento es una aberración absoluta, porque los pilares del ser humano de hoy en día son mis pantallas y mi dinero para pagar mi conexión de banda ancha. También mi dosis de calorías de procedencia indeterminada y mi cubículo de pequeño tamaño donde cobijar mis pantallas. El prójimo es alguien que me envía imágenes y texto a través de la pantalla. Nada más.

 

En el libro despliegas todos tus conocimientos sobre el catolicismo, nos hablas tanto de la vida de los santos como de distintos episodios de la Biblia, pasando por espectaculares disertaciones sobre el bien, el mal y la existencia humana. ¿Por qué crees que la religión católica, obviando su importancia como pilar fundamental de la historia occidental, se ve cada vez más atacada por la sociedad?

Creo que la tecnología ha cambiado la forma de pensar, de relacionarse y de ver el mundo de los seres humanos. La enorme influencia que tienen las multinacionales tecnológicas se basa en la ansiedad creciente del ser humano: a mayor ansiedad, más usuarios, y a más usuarios, más capitalización bursátil.

A su vez, más usuarios conllevan más noticias, más imágenes y más comentarios. Y más ansiedad. Esto puede aplicarse desde aplicativos de fotografías hasta webs de pornografía. Cuanta más ansiedad se provoque en el ser humano, mejor. Olvidarse por completo de nuestra parte espiritual tiene esas cosas. Si esa ansiedad desemboca en frustración, separación, individualismo y muerte, no es problema de las corporaciones. Ellas se escudan en que se limitan a poner sus servidores y que la gente pone lo que quiere en ellos.

 

Marga es uno de los personajes más insufribles del libro, o así lo es para el protagonista. ¿Quién es ella, la protocol & step-on-head manager, la del mindfulness? ¿Qué papel cumple su personaje en la historia y hasta qué punto podríamos decir que nos asemejamos a ella?

Como habrás comprobado, este es un libro políticamente incorrecto. Simplemente quería observar que en las empresas en las que he trabajado he conocido a personas, hombres y mujeres, que eran absolutos monstruos sin moral, que han vejado a buenas personas, que han abusado de su tiempo libre y que han provocado bajas, abandonos, divorcios y hasta suicidios en trabajadores que no han podido soportar la presión.

Los demonios hombres utilizaban más el acoso físico y la amenaza, mientras que los demonios mujeres usaban mejor la mentira y la difamación. No veo mucha diferencia entre ambos métodos en cuanto a eficiencia destructiva.

 

Miguel, en cambio, es un hombre muy espiritual, crítico y sensible con el mundo que le rodea. Para él, la religión es lo que le ha otorgado esas aptitudes, aunque se encuentre algo alejado de ella. Pero se dedica al mundo de la publicidad, que no suele brillar por su honestidad. ¿Qué es lo que le hace a Miguel, católico convencido, dedicarse a eso? ¿Hubiera podido tener otras labores en la vida más gratificantes?

El protagonista es una persona sencilla y pacífica que evita el conflicto y que se ha visto arrastrado por la sociedad, dado que su familia, sus amistades y el entorno que le rodea le han ido abocando a ello. Aunque ha tenido una educación espiritual y mística, no sabe en qué le puede ayudar eso en el mundo actual. En realidad, el personaje es un elegido que lleva un inmenso poder dentro, aunque ni él mismo lo sepa. Una especie de Forrest Gump tocado por Dios.

 

Por su parte, María y Juan encarnan a la perfección la imagen de los santos; de hecho, se deja claro que ellos mismos lo son a través de sus acciones, sentimientos y reflexiones. ¿Has conocido a alguien como ellos en la realidad?

Esta es una pregunta delicada que me resulta difícil de responder. He conocido personas cuyo comportamiento se salía de toda senda humana comprensible y, por consiguiente, mi mente racional solo puede suponer que tenían algo divino. Estas personas —me niego a denominarlos «seres»— normalmente pasan poco tiempo en nuestro mundo, porque desaparecen o porque mueren jóvenes. No puedo extenderme mucho más aquí.

 

En tu libro hablas de las bondades de la religión católica y del acuciante «descreimiento» de la gente. ¿Qué ha significado para ti la religión a lo largo de tu vida?

Como tanta gente de mi generación, mi educación ha sido católica practicante, lo que no quita para que en la adolescencia, como su nombre indica, haya carecido de comportamientos adecuados y me haya olvidado de todo esto y hasta rebelado contra toda ceremonia.

Todas las personas que conozco que han tenido educación religiosa han acabado volviendo a la fe cuando han alcanzado la edad madura. Por eso me da lástima que mucha gente no haya tenido ningún tipo de formación espiritual. Aparte de porque es parte de nuestra historia, por simple cultura general. Aun así, lo más importante es que es una gran ayuda cuando en la vida las cosas se ponen realmente feas. Puedes manejarte sin pulgares, pero son francamente útiles a la hora de asir la realidad de las cosas.

 

En lo más amplio del concepto, ¿en qué se fundamenta, para ti, la sociedad ideal?

Una sociedad de amor fraternal basada en las Bienaventuranzas.

 

Uno de los episodios que más gracia nos hizo fue el del coach del mindfulness, o lo que podríamos definir, siguiendo el tono de tu novela, «un vendedor de humo». ¿Por qué crees que la gente se lanza de cabeza a actividades como esta? ¿Cuánto daño nos ha hecho el materialismo? ¿Está el origen de nuestros males únicamente en el capitalismo?

No considero realmente que una técnica de relajación como el mindfulness contenga en sí misma un pecado de idolatría o que vaya a invocar a un diablo real. Aunque según los exorcistas a los que he consultado, todas estas ceremonias de origen oriental —no olvidemos que todos los dioses hindúes representan entidades peligrosas a las que aplacar con pactos o sacrificios— pueden conducir a facilitar el camino a este tipo de entes.

Simplemente, quería llamar la atención sobre el hecho de que todos estos métodos, ampliamente desarrollados durante siglos por los religiosos cristianos, monásticos o no, siempre han existido, lo que sucede es que el absoluto abandono de nuestras creencias religiosas hace que dedicar unos minutos a la introspección que suponía hablar con Dios parezca algo novedoso, cuando los ejercicios espirituales creados por San Ignacio de Loyola o los libros de Santa Teresa ya desarrollaban eficazmente estos métodos hace siglos.

 

En Santos y demonios se narran distintas historias sobre apariciones y visiones demoníacas que mantienen al lector en un suspense aterrador. Tú mismo comentas al principio que has sido protagonista de algunas de ellas. ¿Les das algún tipo de relevancia en tu vida?

No demasiado. Yo confío en Dios. Así que alguna experiencia extraña que haya podido vivir también debe provenir de Él. O simplemente puedan explicarse por alguna casualidad o falta de atención por mi parte. Nada que sea verdadera y absolutamente inexplicable, aunque sí increíbles sueños.

En cambio, personas cercanas sí que han vivido estas experiencias que se salían de toda explicación racional. Gente sensata y absolutamente fiable. De hecho, me lo han contado en secreto y jamás le han dado publicidad al asunto. Intentan seguir con su vida sabiendo que hay algo más que esto que vemos.

 

A pesar de ser un libro eminentemente religioso, Santos y demonios hace alarde de una mirada objetiva a los valores e historias que, queramos o no, han dado pie a nuestra sociedad y nos han formado como personas, de un modo u otro. No obstante, ¿crees que se puede alcanzar la bondad absoluta desde el ateísmo o cualquier otra religión o dogma?

Creo que es imposible la santidad sin fe, aunque una persona agnóstica puede tener un comportamiento correcto socialmente, sin dañar a nadie ni cometer ningún delito.

Teológicamente, la fe no es una elección, aunque para las personas profanas así lo parezca. Se puede elegir llevar una vida más espiritual y acudir a misa, eso sí, pero la verdadera fe es un don que emana de Dios. Es como el amor, no se puede comprar. Casualmente o no, todas las personas malignas a las que me he referido al principio eran ateas o agnósticas, lo cual no significa que todas las religiosas sean necesariamente buenas. Parece ser una condición necesaria, pero no suficiente.

Otras religiones tienen cosas buenas y pueden ser útiles en sus lugares de origen. Lo que el protagonista no acaba de comprender es por qué una casa europea occidental se llena de imágenes de Buda, pero nadie tiene ni idea de que San Sebastián era un soldado romano. Es algo bastante absurdo.

 

Dices que entre tus influencias destacan Stephen King, los Evangelios y escritores humoristas británicos como H.G. Wells o Tom Sharpe. Una combinación, como hemos podido comprobar, del todo explosiva. ¿Hubo otros «ingredientes» que se quedaran fuera del «cóctel»? ¿Pensaste en atajar las ideas que muestras en el libro desde un punto de vista, digamos, más «tradicional»?

No, desde el primer momento supe que todo esto solo podía abordarse de esta manera poco convencional. Mi escritura funciona con picos intensos y escenas breves; las potentes imágenes acuden a la mano. Cuando acabas de escribirlas estás llorando intensamente o partiéndote de risa. Me ha llegado a pasar que al leer una escena no la recordaba, como si la hubiera escrito otra persona.

 

Y en cuanto a los aspectos formales del libro, tenemos que decir que nos ha llamado también la atención la distribución de los capítulos y la alternancia de las historias y líneas temporales. ¿Responde la fragmentación de la novela a algún objetivo en concreto?

No, es algo que escapa a mi comprensión racional. Son flashbacks de la misma persona en tres períodos distintos de su vida: adolescencia, adultez laboral y situación crítica tras la tragedia.

Los he procurado alternar secuencialmente de tres en tres para que fuese fácil saber en cuál estás en cada momento. No es un libro que pretenda confundir al lector o retarle en una trama de ingeniosa resolución, sino impactarle con escenas tanto tragicómicas como de terror. Al fin y al cabo, aunque tenga varias lecturas, es un libro juvenil.

 

Y para despedirnos, aquí tienes un espacio para que comentes todo aquello que no te hemos preguntado en la entrevista.

Simplemente, muchas gracias a todas las personas que se han interesado por esta obra desde el principio.

 


  • Nombre: Stan Aryas
  • Género: novela
  • Bio: Nació accidentalmente en el norte de África en 1969, aunque ha vivido toda su vida en Madrid.De formación fundamentalmente científica, se declara católico. Apasionado del ciclismo, el baloncesto y la cocina, trabaja actualmente como ingeniero de software. Su tradición familiar se trasluce en su dominio de la terminología médica por un lado y de la teología por otro. Ha publicado artículos de fantasía y humorísticos. Con Santos y demonios, su ópera prima, da inicio a una trilogía acerca de los primeros cristianos en el siglo XXI, en la que actualmente trabaja. Entre sus influencias cabe destacar a Stephen King, los Evangelios y a escritores humoristas clásicos británicos, como H.P. Wodehause,  H. G. Wells o Tom Sharpe.
  • Libro: Santos y demonios

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