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Entrevista a Pablo Ángel Sánchez, autor de «Vaticanus: la carta del Leviatán»

Buenos días, Pablo Ángel. Es un placer hablar contigo sobre tu última novela Vaticanus: La carta del Leviatán (Caligrama), donde se infiere que eres un escritor con un gran bagaje cultural y literario. ¿Ha habido alguna anécdota interesante durante el proceso de creación de tu libro?

El placer es mío, gracias.

Sí, ha habido anécdotas curiosas. Digna de resaltar es la siguiente: El mismo día de la presentación de mi libro anterior a este, titulado El Falso Profeta: la careta del cristianismo; al finalizar los actos protocolarios, salimos a la calle, dos amigas —también compañeras de trabajo, a las que quiero mucho—, y yo, y a mi espalda, Manuel, una persona estupenda, quien, al tiempo de despedirse dijo: «¿Por qué no escribes un libro sobre la verdadera historia de Jesús?… Existen teorías sobre que no murió en la cruz, y quizá debieras tirar de hilos, tales como los de José de Arimatea y Nicodemo. ¿Te atreverías a escribir sobre eso?».

Lo pensé mucho, porque ese trabajo requería de una extraordinaria documentación previa, y así pasé un año imbuido, en todo aquello que pudiera aportar la ciencia, la arqueología y la historia sobre la verdadera existencia de Jesús, y concluir también cómo se produjo su muerte. Luego pasó otro año, mientras estructuraba en partes la idea nuclear de la novela y la escribía, en la cual, consideré introducir, además de asuntos relacionados con la curia vaticana, dosis de intriga, misterio, narcotráfico, enamoramientos, crímenes, logias judías, … Y muchas otras cosas.

 

Al inicio de la novela, el padre Florentino se encuentra en lucha interna entre un amor de juventud y el amor hacia Dios. Alguien «prisionero permanente de la duda». ¿Fe y dilema van de la mano algunas veces?

Este libro forma parte de una trilogía, siendo esta novela el segundo libro. Leyendo el primero —aun no publicado— se comprende mejor esta cuestión. Floren no es el arquetipo de sacerdote católico, ni siquiera, siendo niño se le había pasado por la cabeza ser tal cosa. Él no manifiesta amor a Dios, pero no concibe apartarse para siempre de su mejor amigo (Alberto), cuando este decide ser sacerdote e ingresar en el seminario, y lo imita de un modo irreflexivo, tal como siempre lo hacía todo, movido por impulsos indómitos. Y en ese sendero, la figura de Jesús horada su conciencia hasta sentirse obsesionado por su realidad, una historia distinta a todo lo que había oído o leído sobre él —a través del dogma cristiano—. Se conmueve de tal manera, que halla en Jesús la excusa para no volver atrás, donde Marta lo espera con los brazos abiertos. Pero eso, y una incipiente vanidad —porque ha sido convocado por el Vaticano para formar parte de su elenco de sacerdotes—, le impiden desandar el camino, a pesar de lo mucho, que Marta y él, han disfrutado de sus cuerpos, algo que nunca olvidará.

 

Este mismo personaje, se encuentra con un antiguo amigo, Enrico Letta a quien le dice «Hay cosas que se nos refieren como si fueran históricas y que jamás han sucedido y que eran imposibles como hechos materiales. Otras, aun siendo posibles, tampoco han sucedido» ¿Qué crees que se nos oculta? ¿En qué sentido?

Esta es una cita que debió aparecer en el libro entrecomillada, corresponde al libro titulado: Sobre los Principios, de Orígenes.

Se nos oculta la verdad —el Nuevo Testamento, en lo que se refiere a Jesús, es pura falacia—, las religiones buscan acólitos para mantener sus estructuras y no les importa exagerar, contradecirse ni mentir, con tal de cumplir sus objetivos de captación. La humanidad se ha visto involucrada en una mentira colosal de carácter sacerdotal, no divino, aunque la Iglesia cristiana pretenda confundir ambos términos en la mente de todos.

Le responderé con una pregunta: ¿Sabía Jesús que sería erigido como un icono de una corriente religiosa que él nunca conoció?

Les recuerdo, que la iglesia católica, que tanto lo venera, tiene su origen en el concilio de Nicea durante el siglo iv, y mantiene, sin sonrojarse, que Jesús murió en la cruz con 33 años, en el año 33 de nuestra era. ¿Cómo lo saben?

Por cierto, en ese mismo concilio, el 5 % de los obispos de la época, hostigados por el emperador romano Constantino, decidieron hacer recaer sobre los hombros de un ser humano el distintivo de Dios, y eligieron a Jesús, una persona de la que apenas sabían nada.

 

El protagonista es un cura ávido estudioso de la figura histórica de Jesucristo ¿Has querido escribir este libro para hacer pensar al lector sobre la parte histórica y no tan divina de Jesús?

Por supuesto. Jesús fue una persona extraordinaria, pero nunca tuvo la presunción de ser Dios, fue un hombre de carne y hueso, y nadie debería excusarse por expresar en alto tal evidencia. La historia está ahí, a la mano, y todo el mundo tiene acceso a ella. Recomiendo la lectura de libros de escritores coetáneos con la época de los apóstoles, tales como Flavio Josefo, Tácito y Papías, entre otros.

 

Tu novela se desarrolla con potente rigor. ¿Cómo ha sido el proceso de investigación?

Ha sido un proceso arduo y muy exigente, para corroborar aspectos esenciales decidí leer todos los concilios, desde el de Jerusalén en el año 50 d. C., en adelante —sorprendentemente, Jesús asistió a alguno de ellos—. Este hecho por sí mismo, confirmó algo que ya pensaba: la manipulación constante de la Biblia en todo tiempo.

Luego tuve que indagar en la historia de personajes relevantes: el Prefecto romano Poncio Pilato, José de Arimatea, representante del Sanedrín judío y el doctor Nicodemo, entre otros.

Recomiendo leer los evangelios apócrifos, porque todo aquello que repudia la Iglesia contiene verdad. En ellos comprobarán que Jesús tenía siete hermanos, que María de Magdála era su pareja sentimental, etcétera —no lo digo yo, lo dice Felipe, uno de sus discípulos—. No ha sido fácil compaginar la jornada laboral con todo esto, pero cada día crecía la emoción en mí.

 

El título de tu libro Vaticanus: La carta del Leviatán hace referencia a un texto antiguo de José de Arimatea dirigido a Jesús. ¿El Leviatán de tu obra es la verdad irrefutable de hechos históricos que pueden tambalear el concepto del cristianismo?

No es fácil hablar sobre Jesús en Occidente, donde nos han hecho creer que, de él, sólo queda lo que unos determinados amanuenses cuentan en los evangelios. Sin embargo, Jesús dejó huellas en lugares de Oriente, donde lo conocieron bien, entre ellos Damasco o Cachemira, donde murió, y donde es fácil acceder, tanto a su árbol genealógico como a su tumba.

Los hechos históricos narrados en esta novela, es posible que se hallen más cerca de la probidad que los expuestos durante centenas de siglos por el cristianismo en general desde el concilio de Nicea del año 325 d. C., hasta hoy.

 

¿Crees que la historia sigue siendo una continua «guerra de verdades» donde se ha impuesto la veracidad del más fuerte, de los ganadores?

El cristianismo, del mismo modo que otras religiones de carácter mayoritario en nuestra época, ya han vencido, nada debe preocuparles, salvo una cuestión trascendental: cuando Jesús fue crucificado, estas religiones no existían.

El más fuerte continúa, hoy día, trepanando las mentes de los más débiles.

 

En tu novela, sabiendo que es ficción, ¿Vaticanus: La carta del Leviatán se acerca a una posible realidad?

Desde mi humilde punto de vista, este libro se parece bastante a la realidad, en casi todos los aspectos, y yo diría, que también en la mayoría de sus capítulos. Ya hay bastantes personas que, al leerlo, o se han sentido identificadas, o tienen las mismas intuiciones. Por supuesto, en su contenido existe una parte de intuición, pero también una gran parte susceptible de ser probada.

 

En un momento dado, cuando el padre Florentino y el padre Enrico encuentran el papiro de José de Arimatea, el primero le afirma al segundo «mis estudios sobre la existencia de Jesús no me alejan de la fe en él, pero sí de la confianza en el cristianismo». ¿Ha sido difícil escribir sobre un cura que parece no atender a los dogmas de esta religión? En cuanto a los personajes, ¿qué tienen en común todos ellos?

Como decía antes, una vez haya sido leído el primer libro de la trilogía, donde los dos personajes principales tienen quince años, resulta fácil deducir la falta de fe de Floren, así como la gran vocación sacerdotal de Alberto.

Para darle sentido al motivo cardinal de la novela, necesitaba un cura atípico, sin la fe necesaria y con la suficiente sabiduría para comprender las carencias de todo dogma o ideología. No es una ideología indicativa de certidumbre; una ideología puede convertir un argumento en acto de fe, lo cual significaría todo lo precario que la envuelve, lo inestable de su propósito, la endeblez que se le supone a cualquier cerrazón filosófica si esta consiste en defender una idea imaginativa incluso a cambio de la propia vida del convencido.

Si se dan cuenta, los personajes tienen en común dos aspectos nada desdeñables, todos mienten, y todos son engañados.

 

En todas tus novelas (esta es la quinta) hay un vértice en común: la religión en su parte más real y menos «mitológica». Como escritor, ¿te sientes más atraído por una escritura más sincera o es tu forma de decirle al lector que todo es cuestionable?

Más bien lo segundo, aunque no es difícil constatar que el intérprete del cristianismo, defendiendo este concepto, lo agravia. Espero que lo sepa, por su bien, para que no existan dudas de su imparcialidad; de lo contrario, tampoco la hipocresía le ayudará en su afán de convencer al no cristiano de una invención tan extraordinaria. La historia, en general, ya sea contemporánea, moderna, medieval, etcétera, debiera ser una exposición cierta de los acontecimientos pertenecientes al pasado y que constituyen el desarrollo de la humanidad desde sus orígenes hasta el momento presente. De no ser así, no es historia, es una fantasía.

 

De tu novela concluimos que eres un escritor que cuida mucho el lenguaje a través de un estilo elegante ¿crees que hay que leer mucho antes de ponerse a escribir o son procesos independientes?

Leer continuamente ayuda, en definitiva, al escribir damos forma a lo ya leído. Leer es un placer, escribir es un trabajo muy exigente, y en ocasiones, aburrido.

 

Como decíamos, eres un escritor con mucha experiencia literaria ¿Este bagaje proviene de tus múltiples publicaciones o también sientes que has aprendido de otros autores? ¿De cuáles?

Me gustan especialmente los clásicos de Grecia y Roma: Homero, Marco Aurelio, Séneca, Platón, Tácito, Pitágoras, Cicerón; y también Flavio Josefo y San Agustín. Algunas obras de estos autores que han dejado mella en mí son: La Guerra de los Judíos de Flavio Josefo, La Vida de los Césares de Tácito, Los diálogos de Platón, Meditaciones de Marco Aurelio, La Ilíada, Las Confesiones de San Agustín, etcétera.

 

En Vaticanus: La carta del Leviatán describes muy bien la ciudad de Roma ¿Has viajado a los lugares que describes, como esta ciudad? ¿Qué te sugieren estas ciudades?

A Roma he viajado, por motivos laborales en el pasado, y del mismo modo a casi toda Europa y determinados países de Oriente Medio.

Sobre todo, Roma, Jerusalén, Damasco y Cachemira, tienen una gran significación con la verdadera historia de Jesús, y por lo tanto, no podían pasar desapercibidas para mí si pretendía escribir esta novela.

 

La entrevista está llegando al final. ¿Hay algo que quieras mencionar a tus lectores antes de despedirnos?

Me gustaría decir algo muy manido, esta novela la escribí para ellos, para advertirles de que mi propósito nunca fue atacar las creencias de algunos, sino, ayudarles a comprender algo tan evidente y al mismo tiempo complejo. Estoy convencido que esta novela, querido lector, quien quiera que seas, tocará tu alma y a consecuencia de leerla quizá restructures tu mente con respecto a aquello que ya habías dado por asumido.

Diré también, que lean lo que lean en mi libro, la Iglesia católica lleva a cabo una intensa y encomiable labor social. Esta otra cara de la moneda es plausible y debe obtener el reconocimiento merecido. Sus obras sociales son harto conocidas por nuestra sociedad, tales como educativas, culturales, misioneras y fundamentalmente asistenciales y caritativas. Lo cortés no quita lo valiente.

 

Muchas gracias por la entrevista. Te deseamos mucho éxito con tu libro Vaticanus: La carta del Leviatán.

Muchas gracias, os deseo lo mejor, de todo corazón.

 

 


  • Nombre: Pablo Ángel Sánchez
  • Género: Novela
  • Bio: En el año 2017 escribió un ensayo titulado: El Falso Profeta, la careta del cristianismo; y durante el año en curso ha autopublicado la novela titulada: VATICANUS, la carta del Leviatán. Esta forma parte de una trilogía, siendo este libro el segundo, existe un primero, donde el protagonista tiene 15 años, y un tercero, donde el personaje principal tiene ya 60 años. Estos dos últimos libros, sin publicar.
  • Obra: Vaticanus: carta del Leviatán

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Disponible en : Popular Libros, Amazon, FNAC, La Casa del Libro,GooglePlay, Nubico, Librería Nobel Vera, El Corte Inglés

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