Cómo programar LOMLOE: una guía pensada para personas

Cómo programar LOMLOE

La pregunta ya la conocemos: ¿cómo programar LOMLOE sin volvernos locos?. En más de un claustro hay un silencio largo antes de que alguien se anime. Y no es por falta de ganas: es por desconocimiento y ruido alrededor de la ley. Como se conta reiteradas veces en la comunidad educativa: “hay mucho desconocimiento detrás de la LOMLOE”, acaso porque venimos de una escuela más estricta, cerrada y teórica.

Este artículo es una ruta clara para pasar del papel al aula sin perder el pulso humano. Vas a encontrar decisiones: qué priorizar, cómo alinear, cómo evaluar sin adivinanzas y cómo dejar huella con evidencias verificables. Además, te dejo una plantilla CE→Evidencias (Sheets/Excel) para que empieces hoy.


1. Cómo programar LOMLOE y qué debe contener para aporta sentido evaluativo

Una programación LOMLOE sólida identifica competencias específicas (CE), criterios de evaluación y saberes, y los articula mediante situaciones de aprendizaje (SdA) donde el logro se pueda observar y archivar. La finalidad es doble: por un lado, las programaciones de la nueva ley avanzan hacia un conocimiento más práctico, y por otro, aportan al docente más herramientas para evaluar sin reducirlo todo a la nota. Esto supone privilegiar la participación, la actividad en grupo y el conocimiento aplicado frente a la mera reproducción.

En este marco, la programación didáctica deja de ser un repositorio de métodos y pasa a ser un sistema de decisión: la programación didáctica es fundamental y debe estar adaptada a la actualidad del mundo en que vivimos.


2. Método operativo: del criterio a la evidencia

Para tenerlo claro, el núcleo operativo es una matriz se debe alinear en seis piezas sencillas:

CE → Criterio → Saber → Actividad evaluable → Instrumento → Evidencia (artefacto y ubicación)

  • CE y Criterio. Determinan el desempeño que se quiere observar (no el contenido que se quiere “dar”).

  • Saber. Recoge los conocimientos imprescindibles que activan el criterio.

  • Actividad evaluable. Define la acción observable en la que el alumnado muestra el logro (no un ejercicio decorativo).

  • Instrumento. Establece cómo se mirará el desempeño (rúbrica 3–4 niveles, lista de cotejo, ítems, portafolio…).

  • Evidencia. Fija el artefacto que quedará (documento, imagen, audio, registro LMS) y dónde se archiva.

Este encaje responde al giro de fondo: la ley viene a aportar estructuras educativas más modernas, orientadas a la verificación del aprendizaje, no a su suposición.

Ejemplo de matriz CE→Evidencias

CE Criterio Saberes Actividad evaluable Instrumento Evidencia (qué queda / dónde)
CE2 C2.1 Aplica estrategias de investigación en su entorno Método de indagación; recogida y visualización de datos Miniestudio de sombras en el patio (3 horarios) + conclusiones Rúbrica de indagación (4 niveles) + checklist de toma de datos Datos_sombras_2ESO_B.xlsx + gráfico + informe 1 pág. (carpeta del grupo en Drive/LMS)
CE3 C3.2 Comunica conclusiones con apoyo visual Selección/jerarquía de info; diseño de infografías Infografía 1 pág. dirigida a familias con recomendaciones Rúbrica de comunicación (estructura, precisión, visualización, adecuación) Infografia_rutas_2ESO_B.pdf + rúbrica firmada (misma carpeta)

El valor de la matriz es que fuerza la elección: pocas actividades, buenos instrumentos, evidencias claras. O, dicho de forma práctica: hacen falta nuevas herramientas y formas de plantear los contenidos de manera moderna y ágil.

4. Situaciones de Aprendizaje y DUA: cuando la teoría pisa el aula

Los criterios de evaluación pueden parecer abstractos hasta que los llevamos a la práctica. La Situación de Aprendizaje (SdA) es precisamente eso: el escenario real, el contexto o la misión que proponemos a nuestros alumnos para que las competencias y los saberes entren en acción y se vuelvan observables.

Para que una SdA sea efectiva, no basta con plantear una actividad; debemos diseñarla como una experiencia completa, declarando con claridad sus componentes:

  • El reto o desafío: ¿qué problema vamos a resolver? ¿Qué producto vamos a crear? Debe ser un reto atractivo y relevante para el alumnado.
  • Los recursos: ¿con qué herramientas, textos, datos o materiales contarán para superar el reto?
  • La secuencia de tareas: ¿cuáles son los pasos lógicos que seguirán? Desde la investigación inicial hasta la creación y la comunicación final.
  • Los roles y agrupamientos: ¿trabajarán individualmente, en parejas, en equipos con roles definidos?
  • Las evidencias: ¿qué «productos» o «actuaciones» nos entregarán para que podamos evaluarlos? (Por ejemplo: un informe, una maqueta, una presentación, un vídeo, un debate).

Ahora bien, para que esta experiencia sea verdaderamente inclusiva, aquí es donde entra en juego el DUA (Diseño Universal para el Aprendizaje). El DUA es un marco de trabajo que nos invita a ser flexibles, reconociendo que no todos los alumnos aprenden o se expresan de la misma manera.

Una forma muy operativa y sencilla de aplicar el DUA es pensar en la regla de las «dos puertas de entrada y dos puertas de salida»:

  • Dos puertas de entrada (cómo reciben la información): no te limites a un único formato. Ofrece la información clave a través de, al menos, dos canales distintos. Por ejemplo, además de un texto escrito, proporciona una tabla-resumen, un gráfico explicativo, un breve vídeo o un podcast.
  • Dos puertas de salida (cómo demuestran lo que saben): como docente, debes permitir que el alumnado elija entre, al menos, dos formas diferentes de presentar la evidencia final. Así, la evaluación no dependerá de un único canal expresivo. Por ejemplo, en lugar de exigir únicamente un informe escrito, ofrece la alternativa de crear un póster científico, grabar una presentación en vídeo o realizar una exposición oral.

 

5. Rúbricas que te simplifican la vida: breves, claras y observables

Sabemos que el tiempo es oro y que corregir puede convertirse en una tarea interminable. La tentación de crear rúbricas increíblemente detalladas es grande, pero a menudo acaban siendo poco prácticas y subjetivas. Por eso, te proponemos un enfoque minimalista y eficaz.

En lugar de perderte en matices interminables, céntrate en lo que puedes ver y observar. Cuatro niveles de desempeño son más que suficientes si los defines con acciones concretas que el alumno realiza (o no). Piensa en ello como una escalera clara para el aprendizaje:

  • Nivel 1: Insuficiente. El alumno no presenta las evidencias necesarias o los datos que aporta son incompletos, incorrectos o no tienen relación con lo solicitado. Es el punto de partida.
  • Nivel 2: Básico. El estudiante es capaz de realizar la tarea, pero necesita acompañamiento o supervisión. Comete errores que no son graves, pero que demuestran una comprensión parcial. Su propuesta es funcional, pero genérica, sin un toque personal o profundo.
  • Nivel 3: Adecuado. ¡Aquí se nota la autonomía! El alumno trabaja de forma independiente, aplicando lo aprendido de manera correcta. Su propuesta o solución no solo es válida, sino que es pertinente al contexto y sabe justificar sus decisiones.
  • Nivel 4: Excelente. Este es el nivel de la maestría. El alumno no solo domina la tarea, sino que va más allá. Es capaz de triangular fuentes (consultar y contrastar diversas fuentes de información), anticipar posibles problemas en su propuesta y, lo más importante, plantear mejoras originales y creativas.

¿Por qué funciona este modelo? Porque al usar un lenguaje basado en acciones observables, reducimos la «fricción» de la corrección. Se acabaron las discusiones sobre si algo es «un poco bueno» o «bastante bueno». Además, ganamos en fiabilidad interdocente: un «Adecuado» significará lo mismo para ti que para tu compañero de departamento, garantizando una evaluación más justa y coherente para todo el alumnado.

 

6. Trazabilidad: un sistema de archivo que trabaja para ti (y no al revés)

Todos hemos sentido esa pequeña punzada de pánico al no encontrar una evidencia clave justo cuando la necesitamos, ya sea para una sesión de evaluación, una reunión con familias o una revisión externa. Un buen sistema de archivo no es burocracia, es tu mejor aliado para la tranquilidad.

El principio es sencillo: si no puedes encontrarlo, no existe como evidencia. Por eso, crear un sistema de nomenclatura estandarizado desde el principio te ahorrará incontables horas de búsqueda y estrés. La fórmula propuesta es solo un ejemplo, pero es muy poderosa:

Etapa_Curso_Materia_CriterioEvaluación_NombreDelArtefacto_Grupo.ext

Por ejemplo: ESO_3A_Biologia_CE2.1_InfografiaCicloAgua_Grupo4.pdf

A primera vista puede parecer tedioso, pero luego viene la magia: con solo leer el nombre del archivo, ya sabes exactamente qué es, de quién es y a qué criterio de evaluación responde. Organiza estos archivos en una carpeta por cada grupo de trabajo.

El paso final para tener un sistema impecable es vincularlo todo. En tu documento de seguimiento o matriz de evaluación (una simple hoja de cálculo es perfecta), cada evidencia registrada debe tener un enlace directo a la carpeta o al archivo correspondiente. Así, cuando necesites justificar una calificación o mostrar el progreso de un grupo, todo estará literalmente a un solo clic de distancia. La paz mental que esto proporciona no tiene precio.

 

7. Menos es más: elige tus batallas evaluativas cada trimestre

La tentación de abarcarlo todo es grande. Queremos evaluar cada detalle, recoger decenas de trabajos y tener un portfolio monumental para cada alumno. Sin embargo, la realidad es que más evidencias no significan mejor evaluación. A menudo, solo multiplican el «ruido» y la carga de trabajo, tanto para ti como para tus estudiantes.

Te proponemos un cambio de mentalidad: en lugar de evaluar de forma extensiva, evalúa de forma profunda y significativa.

  • Focaliza tus esfuerzos: Elige entre tres y cinco criterios de evaluación clave para trabajar durante un trimestre. No intentes abordarlos todos de golpe. Esto te permitirá diseñar actividades de aprendizaje que realmente apunten a desarrollar esas competencias específicas.
  • Calidad sobre cantidad: Para cada uno de esos criterios, solicita solo una o dos evidencias potentes y bien definidas. Un proyecto bien diseñado, un debate bien argumentado o una resolución de problema compleja pueden darte muchísima más información sobre las competencias de un alumno que diez fichas de ejercicios.

Recuerda que el objetivo no es acumular una montaña de papeles (o de archivos digitales). El objetivo es tener pruebas claras y ricas que demuestren el aprendizaje. Al reducir el número de «artefactos», liberas tiempo para lo que de verdad importa: dar un feedback más detallado y personalizado a tus alumnos, ayudándoles a entender dónde están y cómo pueden seguir mejorando. En definitiva, no se trata de evaluar menos, sino de evaluar mejor.

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8. Qué cambia en el claustro cuando esto cuaja

Como dicen muchos doscentes en disntintas intancias y niveles, cuando la programación se vuelve práctica (como hemos estado viendo), el profesorado se adapta poco a poco y siente que la evaluación sirve. Hay más conversación sobre qué hace el alumnado y menos sobre cuántas páginas tiene la PD. Eso humaniza la LOMLOE.

Empezar hoy (y no mañana)

  1. Descarga la plantilla CE→Evidencias.

  2. Rellena dos criterios esta semana (uno de análisis, otro de comunicación).

  3. Diseña una SdA corta conectada con tu centro.

  4. Define nombres de archivos y una carpeta por grupo.

  5. Pon fecha de revisión en el documento.

En dos semanas tendrás un esqueleto usable. No perfecto: vivo.

Descargar plantilla CE→Evidencias (PDF)


La ley, el aula y la gente

No hay contradicción entre exigir rigor y cuidar el tono humano. Tus palabras lo resumen: la LOMLOE “viene a aportar estructuras educativas más modernas” y, bien trabajada, da más herramientas al docente y mejor participación al alumnado. La programación es el puente. Si cada criterio termina en una actividad que se ve y una evidencia que se guarda, la conversación cambia: ya no hablamos de papeles, hablamos de aprendizaje.

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