¿Para qué sirven las páginas en blanco de un libro?

por Tregolam en Artículos Literarios
Para qué sirven las páginas en blanco de un libro Para qué sirven las páginas en blanco de un libro

Una de las preguntas que más veces se hacen los autores que publican con Editorial Tregolam es: ¿Para qué sirven las páginas en blanco? Y es cierto que es una tradición extendida desde hace tiempo en la industria editorial pero, a la vez, una de las más desconocidas. Vamos a contaros, por tanto, cuál es la finalidad de las famosas hojas en blanco que tienen los libros; sobre todo, al comienzo.

Para empezar, las páginas en blanco que aparecen al principio y al final de los libros publicados llevan el nombre de páginas de respeto o de cortesía. Con ese nombre no es de extrañar las múltiples historias y conjeturas que han despertado.

Está claro que a la hora de editar un libro, dichas páginas no solo sirven para agregar dedicatorias a lector; además, están pensadas para incluir todo tipo de anotaciones por parte de las bibliotecas. Sí, la famosa paginita con sellos y fechas que tan lindos quedan y nos indican cuánto se ha retirado el libro. Por otro lado, son útiles para la inclusión de comentarios de evaluación en los trabajos académicos y otros apuntes en libros técnicos, como tesis, doctorados, etc.

 

En algunos casos, las páginas en blanco son, en realidad, fruto de una combinación de cálculo y error

 

¿Páginas de cortesía al final?

Pero hay más: no todas las páginas de respeto o cortesía tiene el mismo fin. Por ejemplo, las páginas en blanco al final del libro (claramente no son para dedicatorias) están más relacionadas con la encuadernación que con cualquier otra utilidad práctica.

Muchas veces, la encuadernación (y la impresión) nos obliga a alcanzar páginas con múltiplos de 4 u 8, llamados «pliegos». Estos pliegos, sobre todo los relacionados con la impresión en offset, son grandes láminas de papeles donde se imprimen, de una pasada, 8 páginas juntas en cada cara que luego se pliegan (de ahí su nombre), se juntan y se cortan.

Esto, naturalmente, acelera el proceso de impresión. Pero realmente esas páginas en blanco al final son muchas veces producto del error de cálculo humano a la hora de planificar la impresión. Por eso, es una cantidad indeterminada. Muchos hemos visto 3 o 4 o hasta 5 páginas absurdamente sin imprimir. Cuando así sea, recuerda que alguien calculó mal.

Pero en otros casos, al utilizar pliegos, esas páginas en blanco son el resultado obvio de que la cantidad de páginas totales del libro no coincide con los múltiplos del pliego. Y esto ocurre casi en el 100% de las veces.

Por tanto, las páginas en blanco, al final o al principio, son, en realidad, fruto de una combinación de cálculo y error, de utilidad y tradición.

 

De a poco, se va perdiendo

De modo que las páginas en blanco son, como decimos, una consecuencia de la impresión offset. El asunto es que, de a poco, comienza a desaparecer esa metodología. ¿Cómo? Repasemos: la impresión offset es un modelo de impresión a cuatro tintas tradicional, donde el pliego entra, se imprime y se corta. Es muy económico para grandes tiradas pero cada vez las tiradas de los libros son menores.

A excepción de las grandes casas editoriales y para grandes autores, la impresión offset no se justifica porque su desarrollo está pensado para imprimir grandes cantidades en tiempos breves. Sin embargo, con la crisis del libro, sumado al abaratamiento de la impresión digital, cada vez son más las editoriales pequeñas y medianas que optan por esta metodología.

 

Muchas editoriales respetan la tradición y dejan páginas en blanco al comienzo y final.

 

Y ocurre que la impresión digital no usa pliegos (o por lo menos no esos inmensos pliegos de 8 páginas); por el contrario, son máquinas muy parecidas a la Epson o HP que tenemos en casa, en plan industrial. De modo que el cálculo de páginas ahora es exacto, ya no hay múltiplos porque la imprenta recibe de la editorial el libro página a dos (par-impar) en PDF que simplemente acomoda en su sistema y lanza la impresión.

Esto dio pie, hace unos años, a algunas iniciativas (como The “This Page Intentionally Left Blank” Project) para no perder las famosas páginas en blanco y mantener así una visión romántica del libro. Acción que, por supuesto, trajo aparejado incontables intervenciones, opiniones y proyectos sobre las páginas en blanco.

Con intención o sin ellas, muchas editoriales que imprimen en digital respetan la tradición y dejan esas páginas de comienzo y final.

En nuestra opinión, independientemente de esta explicación más «analítica» quienes amamos, hacemos y leemos libros, creemos que la página en blanco es un espacio donde se producen el encuentro entre el autor y el lector sin ruido. Una antesala silenciosa donde todo está por ser, como un espacio de tranquilidad y paz donde tomar envión para el vuelo imaginario al que nos entregamos, antes de la lectura, y despertar, como dice Coleridge, «el suficiente interés humano como para lograr momentáneamente la voluntaria suspensión de la incredulidad que constituye la fe poética».

Por lo tanto, ahora ya saben para qué sirven las páginas en blanco y todo lo que ha despertado y despierta en el lector. Por nuestra parte, como buenos editores, seguiremos adelante con el respeto a la tradición y seguiremos haciendo libros con una buena cantidad de páginas de respeto (y de errores).

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